MIAMI, Estados Unidos. – La Habana Vieja y su casco histórico acusan las secuelas de la pandemia de coronavirus. Sin la parafernalia de antaño, hay más espacio para los lugareños, aunque estos, debido a las penurias económicas en que se encuentra el país, apenas pueden disfrutar de lo que fue –y todavía es– el epicentro de la actividad turística en la capital.
En las noches, las calles permanecen en penumbras y casi desoladas. La mayoría de los restaurantes estatales icónicos permanecen cerrados en esta parte de la ciudad, mientras que los pocos particulares abiertos exhiben precios demasiado elevados para el cubano de a pie. En ese sentido, las opciones para los que no pueden pagar un bar o un restaurante son mínimas.
El pasado 30 de septiembre, un tuitero se hizo eco de los precios de un bar de tapas de la zona que comenzó a operar con precios fuera del alcance de la población: un mojito a 400 pesos cubanos (CUP), una orden de fritura de malanga a 110 CUP, una orden de boniato frito a 100 CUP, una ración de arroz frito a 450 CUP, un flan a 180 CUP u una orden de Costillas en salsa a 500 CUP.
Algo similar ocurría con la coctelería: un trago Cuba Libre a 330 CUP, un Daiquiri a 400 CUP y el Gin tonic a 360 CUP.
“Lo más barato es el precio del Cuba Libre, si todos nos ponemos compramos la libertad”, señaló un usuario en la red social.
Pero no todos son penumbras y servicios en la Habana Vieja: en las noches también es posible ver a personas haciendo colas para comprar al día siguiente en diferentes establecimientos comerciales del municipio.
Por su parte, a quienes van de paseo por la zona lo que les queda es caminar, sentarse y mirar algunas luces, sobre todo en horario nocturno.
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