La iniciativa Archipiélago fue lanzada en las redes sociales el 9 de agosto de 2021 y cuenta con más de 30 000 miembros en Facebook. Sus principales acciones han estado vinculadas a la organización de una marcha cívica prevista para el 15 de noviembre en ocho provincias del país y que fue considerada ilícita por las autoridades.
GOBIERNO CUBANO NIEGA AUTORIZACIÓN PARA MARCHA PACÍFICA DE NOVIEMBRE
Yunior García Aguilera es el creador de este grupo y el rostro más visible de Archipiélago. Pero no es el único.
Según explica otro de sus miembros, Leonardo Fernández Otaño, “en Archipiélago el liderazgo es totalmente horizontal y compartido, y la voz de todos está en igualdad de importancia y condición. Funciona a modo de asamblea o parlamento. Se presentan las cuestiones y se discuten, se debaten, se intercambian, se logran consensos”.
Tiene 32 moderadores en sus espacios y grupos digitales. Algunos se ocupan de la comunicación, otros se encargan de los debates en Ágora, su grupo en Telegram.
“La moderación de estos espacios permite establecer mínimos éticos para el respeto al pluralismo de opciones; conviven criterios de izquierda, criterios de derecha, y de centro. Esa diversidad se ve también en los administradores y en los moderadores”.
“Es un espacio genuinamente democrático. Tomar las decisiones requiere muchas veces horas que se combinan con los trabajos habituales de sus miembros, porque somos personas que tenemos nuestros trabajos, que llevamos una vida con todas las carencias que existen en Cuba, aunque hay algunos miembros que ayudan desde la diáspora, pero el gran número de miembros de Archipiélago está en la Isla”, destaca Leonardo.
En las últimas semanas algunos de sus miembros han denunciado acciones represivas en su contra que van desde actos de repudio en sus localidades y ataques en redes sociales hasta la expulsión de sus centros laborales. Las autoridades gubernamentales los tildan de “mercenarios” —aunque no se han hecho públicas pruebas de ello— y los descalifican por sus ideas políticas.
Desde elTOQUE compartimos una reseña de algunos de los miembros de Archipiélago y sus motivaciones. Todos ellos firmaron las cartas para solicitar la realización de la marcha cívica que fueron presentadas ante las autoridades locales de Holguín, Santa Clara, La Habana y La Habana Vieja, Nuevitas, Guantánamo, Cienfuegos, Las Tunas, Camagüey y Pinar del Río. Todos insisten en el derecho de Archipiélago a la protesta pacífica y mantienen su intención de marchar a pesar de la negativa gubernamental.
Yunior García Aguilera, La Habana, 39 años
La idea de la plataforma y el nombre Archipiélago fue suya. Se gestó en una celda tras su detención luego de las protestas del 11J en La Habana cuando se presentó frente al edificio del antiguo Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) para solicitar pacíficamente 15 minutos con el fin de ejercer el derecho a réplica. El dramaturgo y director artístico, originario de Holguín, meses antes había sido uno de los principales interlocutores de la manifestación de jóvenes artistas ocurrida el 27 de noviembre de 2020 a las puertas del Ministerio de Cultura (Mincult). Ha dicho que después de ese momento siente que asumió otro papel: se convirtió en el representante de una nueva generación crítica del Gobierno, que incluye a artistas, periodistas independientes y académicos, la mayoría ajenos a partidos políticos. “Lo que hago tiene una función social importante: lo que hago puede cambiar, aunque sea mínimamente la sociedad y, por qué no, el mundo”. Por su rol y su defensa del derecho a protestar ha sido asediado, atacado por el discurso oficial. Ante los ataques ha respondido: “no somos ese rosario de adjetivos con los que intentan descalificarnos. Somos el fruto de nuestra realidad, dura y cruda. Nos toca a nosotros hacer que la palabra revolución vuelva a significar cambio, y que la soberanía al fin sea nuestra, de los ciudadanos”.
Leonardo Manuel Fernández Otaño, La Habana, 29 años
Leonardo se define como historiador y laico-católico, participó en las protestas del 11J, también frente al antiguo ICRT, por las cuales sufrió diversas vejaciones y estuvo detenido. Durante ese tiempo, de conjunto con Yunior García, se convirtió en unos de los fundadores de Archipiélago. Ahora forma parte del grupo de moderadores del espacio de debate Ágora. Por ser miembro de la plataforma ha sido perseguido, y sus familiares, amigos y vecinos amenazados. Para él, “las amenazas, intimidaciones y violación de los derechos a que son sometidos los miembros de la plataforma son la respuesta del autoritarismo al temor que tienen a nuestra propuesta cívica”. Asegura que no se siente activista, pero le mueve el deseo de cambiar su realidad desde la educación, la enseñanza y desde su compromiso cristiano. Este joven cristiano extiende su compromiso social más allá de Archipiélago e integra también, junto a un grupo de amigos y de laicos católicos, la plataforma “Pensemos Juntos” enfocada en reflexionar sobre el pensamiento social y sobre los derechos ciudadanos. Además, acompaña proyectos sociales para el mejoramiento de la comunidad, gestionados por el centro Loyola Reina e imparte clases en el centro de estudios Fray Bartolomé de las Casas. Respalda los planteamientos de Archipiélago que trascienden el 15N: “el camino hacia un plebiscito que nos lleve a la democracia —que no sabemos cuánto demore—; la liberación de todos los presos políticos, después del 11J y antes del 11J; la búsqueda de soluciones pacíficas entre los cubanos”.
Fernando Almeyda Rodríguez, La Habana, 29 años
Este joven jurista fue uno de los firmantes de la solicitud formal entregada el 21 de septiembre en el Gobierno de La Habana para realizar la marcha cívica y por eso ha sido citado para interrogatorios varias veces. Además de ser uno de los moderadores de Archipiélago, Fernando es editor de Sección y jurídico en Dialektika, una plataforma de pensamiento social y filosófico contemporáneo. Lleva en paralelo la investigación de temáticas sobre religión y cultura, gracias a su formación en el Instituto de Ciencias de la Religión (Isecre). Ha sufrido amenazas como el resto de los miembros de Archipiélago y afirma que estas tienen un carácter político y son lo más bajo en lo que puede caer una generación hacia otra. Insiste en el diálogo, en la comunión de intereses en los que todos puedan participar para la construcción de una Cuba con verdaderas oportunidades. Fernando asegura que el 15 de noviembre se manifestará pacíficamente. “Voy a salir como un cubano más. Pueden detenerme si quieren. Pero, que sean ellos, no yo. Por los privados de libertad, por los derechos, por el bienestar, por el futuro, por los que sufren”.
Reinier Díaz Vega, La Habana, 30 años
Este joven actor es un rostro conocido en la Isla por su exitosa participación en varios largometrajes como La Partida (2013), Inocencia (2018), El extraordinario viaje de Celeste García (2018) y en la serie juvenil Mucho ruido. Reinier reconoce que la actuación es su vida y que ama y disfruta al máximo su trabajo. También es consciente de las consecuencias que puede traerle a su vida profesional la decisión de defender sin miedo sus ideas. A pesar de ello, fue uno de los protagonistas del 27N, en el Mincult; estuvo en las protestas del 11J en La Habana, frente al antiguo ICRT; y luego se sumó a Archipiélago. Se cuestiona cómo creer en la voluntad de diálogo del Gobierno cubano que solo habla con una parte. Cuando las autoridades anunciaron la realización de ejercicios militares para el 20 de noviembre (fecha inicial de la marcha), Reinier asumió la responsabilidad pública de informar su reprogramación para el 15N. Ha visto un punto de encuentro entre sus ideas manifiestas como masón y las raíces de Archipiélago. “El ciudadano sabe que tiene una responsabilidad, la asume en lo que considera es más importante. El patriota tiene una idea y se aferra a ella, tan fuerte que no mide consecuencias a la hora de defenderla, el patriota suele perder su vida aun estando vivo”, sostiene este joven.
Daniel Triana Rubio, La Habana, 24 años
Ya era activista LGBTIQ+ y miembro del movimiento 27N antes de llegar a Archipiélago. Sin temor a las represalias por su acción pública en defensa de los derechos humanos en Cuba fue un participante activo de las protestas del 27 de noviembre de 2020, en su condición de actor. Poco después, en marzo de 2021, fue uno de los jóvenes que presentó una solicitud ante la Asamblea Nacional del Poder Popular para exigir la dimisión del ministro de Cultura Alpidio Alonso Grau, y el 11 de julio también estuvo frente al antiguo ICRT. En las redes sociales se ha ganado un reconocimiento social por su militancia por los derechos sexuales, pero también en la vida cívica, intelectual, artística y medioambiental. Como integrante de Archipiélago ha denunciado ser víctima de interrupciones sistemáticas de servicio telefónico y de conexión a Internet, en un intento por mantenerlo incomunicado. Ha explicitado su apoyo al resto de los integrantes de la plataforma ante los recientes episodios de acoso y agresiones. Su invitación ha sido a “optar por el civismo ante cualquier actitud autoritaria ejecutada desde el poder”.
Daniela Cecilia Rojo Varona, La Habana, 26 años
Es madre soltera y activista política independiente. Reside en Guanabacoa, y con solo 23 años sus dos hijos dependían de ella. Es una mujer humilde, “una desconocida”, como ella misma se ha nombrado, pero dispuesta a romper “los moldes en los que, a veces, quieren encerrarla”. Por su participación en los sucesos del 11 de julio estuvo detenida durante 23 días y aún se encuentra bajo fianza y en espera de juicio por “desorden público de carácter agravado”. La fiscalía le pide una condena de uno a tres años. Es una de las moderadoras de Archipiélago. Por su defensa pública de la marcha del 15N y por su oposición abierta al Gobierno ha sido víctima de asedio policial, interrogatorios, amenazas, detenciones e interrupciones de sus servicios telefónicos y de Internet. “Mi posición es firme, ante la injusticia siempre voy a alzar mi voz”, ha dicho, y defiende hasta el cansancio la idea de que “ser disidentes no es ser mercenarios”.
Saily González Velázquez, Santa Clara, 30 años
Saily ha hecho de las redes sociales su tribuna: lo mismo para compartir sus experiencias que para su activismo político. Esta filóloga de formación no puede estarse quieta. Además de Amarillo B&B —el primer hostal gayfriendly en la ciudad de Santa Clara—, fundó FullGao y Amarillo Coworking —dos proyectos de colaboración entre cuentapropistas—. Aunque no del todo, en los últimos meses, ha tenido que dejar de un lado su entusiasmo como mujer de negocios y ha priorizado la lucha política. Hace poco decidió cerrar el café Amarillo en el que había convertido su casa de renta por el acoso de la Seguridad del Estado (SE). Su causa, ahora mismo, es una Cuba con derechos y libertades para sus ciudadanos. Ese anhelo le ocupa casi todas las horas y la llevó a Archipiélago, donde funge como moderadora. Su participación en la iniciativa Jóvenes Líderes de América en 2016 le valió su primera experiencia con la SE y que en las últimas semanas se han acrecentado. Más de una vez la han acusado de haber sido “entrenada” para derrocar al Gobierno cubano. Saily dice que no necesita entrenamiento de nadie para luchar por lo que quiere. Cree en “un país mejor donde las personas tengan derechos y libertades”.
David Martínez Espinosa, Cienfuegos, 31 años
El ingeniero químico y profesor conocía de antemano los riesgos a los que se enfrentaba con su posicionamiento político. Por eso, no lo intimida que intenten difamarlo en redes sociales ni que lo fotografíen a hurtadillas en lugares públicos ni su expulsión de la Universidad de Ciencias Médicas de Cienfuegos por su intención manifiesta de participar en la marcha pacífica del 15 de noviembre. Se unió a Archipiélago interesado en el camino cívico que propone el grupo para exigir los derechos que el Gobierno cubano niega. Sostiene que Archipiélago no es un partido político, sino un ensayo de pequeña república donde cohabitan de forma respetuosa las más diversas tendencias ideológicas. A causa de su activismo algunos amigos le han pedido que no los visite y otros que tome determinadas precauciones antes de llegar a sus casas. Presenciar la represión y la violencia el 11 de julio en las calles de Cienfuegos reafirmó su decisión de implicarse en el cambio por una Cuba próspera y libre.
Helen Ochoa Calvo, Cienfuegos, 50 años
El lenguaje de Helen es el civismo, por eso se enamoró de los objetivos y propósitos de Archipiélago aunque se incorporara al grupo por azar. Esta es su primera experiencia de activismo político, pero en realidad le gusta definir su postura en el orden cívico y no político o ideológico. Licenciada en Filología, ha trabajado en la mayoría de las instituciones culturales de Cienfuegos y actualmente es profesora de español. Decidió firmar la solicitud para la marcha pacífica en la Perla del Sur y ello le ha provocado citaciones en su centro laboral para esclarecer su postura, insultos y vejaciones públicas en redes sociales y llamados de atención a familiares y amigos cercanos. Se debate entre el dolor y la angustia que le provoca a su familia y la seguridad de que camina por el sendero de los justos. Piensa que si no son exigidos y demostrados ahora los derechos que como ciudadanos asisten a los cubanos, el Gobierno tampoco lo hará. Sueña con que Cuba sea un país donde todos posean igualdad de derechos ante la ley y en el cual las instituciones públicas garanticen esos derechos legítimos; un país que no decida el destino de sus ciudadanos a partir de posturas ideológicas, políticas o económicas. Quiere que “cada cubano pueda soñar con un futuro dentro y no fuera de Cuba, para que el viaje no sea un camino sin retorno y los recuerdos un mar de añoranza y pérdida, sino una opción sin fracturas”.
Manuel Alberto Guerra Guerrero, Holguín, 27 años
Para este médico, la profesión es parte esencial de su vida; sin embargo, ha sido objeto de interrogatorios, detenciones arbitrarias, multas y, finalmente, ha perdido su empleo en el Hospital Universitario Nicodemus Regalado León de Holguín. Las causas: ser uno de los moderadores de Archipiélago, apoyar la realización de la marcha pacífica del 15N; y antes, incluso, haber salido a las calles durante las protestas del 11 de julio y denunciar sin cansancio la crisis que vive el país, no solo económica, sino de derechos. Porque ha sido una víctima más de tan diversas violaciones ha exigido: “no más coacción, no más injusticias. Respeten los preceptos constitucionales. Den tregua al pluralismo, la inclusión y la democracia”. Identificado con quienes han corrido su misma suerte dentro del grupo, ha mostrado su respaldo a otros y, a su vez, ha recibido numerosas muestras de solidaridad de sus pacientes, compañeros y amigos, ante sus denuncias de acoso laboral y persecución política.
Zulema Leonor Gutiérrez Lozano, Holguín, 39 años
La joven escritora y poeta llegó desde el primer día de creada la plataforma motivada por la transparencia y la oportunidad de unir a muchos cubanos fuesen del color político que fuesen y piensen como piensen. Junto a su esposo, Javier L. Mora, es moderadora y administradora de la plataforma en su grupo de Facebook, aunque afirma que esto no es cuestión de privilegios, sino de servicio. Han tenido vigilancia en las afueras del edificio donde viven y recibieron una llamada amenazadora a su número de teléfono residencial. Sobre la negativa de las autoridades a la marcha cívica, asegura que es arbitraria, injusta y se escuda en un artículo de la Constitución que anula por ideología el derecho legítimo a manifestarse pacíficamente que tiene todo ser humano, por ello muestra “al mundo que en nuestro país pensar diferente es un delito, que los que piensan distinto y quieren manifestarlo no tienen derechos, se nos ha negado el derecho a nuestros derechos”. Sostiene que a los miembros de la plataforma se les ha acusado en público de confundidos y mercenarios sin tener una sola prueba de esto; se les difama y agrede como si no fueran dignos de ser respetados. Zulema sueña una Cuba donde prime el respeto de todas las opiniones, donde no se respire miedo, donde los padres no tengan que mandar callar a los hijos, donde los artistas no sean encarcelados o desterrados y el arte no sea condicionado por la ideología.
Alberto Reyes Pía, Camagüey, 54 años
Este párroco del municipio Esmeralda, provincia Camagüey, lidera de manera informal la oposición católica local junto a Castor Álvarez, otro sacerdote crítico al Gobierno y quien fuera detenido durante las protestas del pasado 11J. Reyes Pía publicaba en las redes sociales sus Crónicas del Noroeste, en las que denunciaba los problemas sociales de esa zona camagüeyana y criticaba con dureza a las autoridades. En abril de 2021 dejaron de aparecer luego de recibir presiones políticas. El 12 de octubre de 2021 fue uno de los tres activistas que entregaron, en persona, ante la Asamblea Municipal la carta con su firma, para la realización de una marcha pacífica en la ciudad de Camagüey. Desde su interpretación de la teología asume que el “magisterio de la Iglesia aprueba y exhorta la democracia en cuanto permite la participación activa de los ciudadanos en la gestión de la vida pública”. Además, respalda entre sus principios que “solo el pluralismo político puede garantizar una verdadera democracia, en la que se concilien la objetividad de la verdad con la subjetividad de la libertad. Es necesario superar el dogmatismo de un Estado totalitario que pretende imponer “su verdad” a los ciudadanos”. El párroco Alberto Reyes no se ha retractado de su libre decisión de marchar el 15N.
Leinier Cruz Salfran, Guantánamo, 38 años
Leinier está desempleado por voluntad propia. Graduado de técnico medio en Construcciones Metálicas, trabajó en el área informática del Instituto Politécnico “José Maceo Grajales” y en la Asamblea Provincial del Poder Popular en Guantánamo, pero ya no quiere contribuir con la economía socialista. Ahora a su madre le han dicho que su hijo es “el jefe de una banda de contrarrevolucionarios”, pero él se considera apenas una isla en medio de Archipiélago. Firmó y recopiló firmas para la solicitud de manifestación del 15N y la entregó a la Asamblea municipal en su ciudad. Sus publicaciones en redes sociales son consideradas un atentado al orden interior, por lo que violan los decretos leyes 35 y 370, de acuerdo con las normas del Gobierno cubano. Ha enfrentado una campaña de descrédito que lo convierte en “mercenario pagado por la CIA”, “mal padre” y “proxeneta”. Considera que Archipiélago articula a esa parte de la sociedad civil cubana consciente de que no merece la vida que lleva.
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