Con el coronavirus, el mundo se ha detenido de forma temporal. Millones de personas están confinadas, las fronteras se han cerrado, muchas empresas han cesado su actividad, se están promulgando controles estrictos sobre la vida pública y los vuelos se han cancelado. Como resultado, el turismo se ha visto devastado, y los lugares más visitados se han quedado inquietantemente vacíos.