El iceberg A68, como era conocido, quedó hecho pedazos esta semana luego de que se desprendiera en 2017 de la Antártida, en el hemisferio sur de la Tierra. Varios satélites lo rastrearon durante todo este tiempo a la deriva y, ahora que prácticamente ya no existe, aseguran que no vale la pena seguir trazando su recorrido.