Y para ese Partido, ningún precedente sería más sano, ni más orgánica y lúcidamente patriótico, nacional, que el fundado por Martí en 1892. Desde posiciones revolucionarias nadie tendría razones para objetar la proclamación de esa continuidad. Además de que, desde el punto de vista ideológico, pese al tiempo transcurrido y al cambio de realidades, en Martí y en el Partido que él creó se hallaban fundamentos raigales para la transformación socialista del país.