Inspirada en hechos reales, el filme polaco Corpus Christi trae la historia de un joven delincuente que se hace pasar por sacerdote en un lejano pueblo y se gana la empatía de los feligreses. Pareciera una comedia, pero no lo es. Más bien se trata de una reflexión crítica sobre la fe católica en el mundo de hoy.
Dirigido por Jan Komasa en 2019, la multipremiada Corpus Christi será exhibida por el canal Cubavisión y se inserta en una temática religiosa que, en los últimos años, está dando a conocer relevantes títulos.
El cine polaco no se ha quedado atrás en esa tendencia, dando a conocer filmes como la aclamada Ida (Pawel Pawlikowski, 2015), relato de una novicia que durante unos pocos días descubrirá verdades del mundo real, más allá de las paredes del convento, y Clero (2018), duramente atacada por ultraconservadores del país, ya que su temática –basada en hechos verídicos– se refiere a casos de pedofilia y corrupción en el ámbito de la iglesia católica polaca.
Corpus Christi es la tercera cinta de Jan Komasa, y en ella resalta Daniel, un joven de 20 años inmerso en el clima de violencia que impera en el reformatorio donde cumple condena. Rige en el lugar una escala de valores dominada por los códigos carcelarios, lo que no quita para que el recluso se sienta atraído por la religión, y hasta perciba señales de ser un elegido en cuanto a cursar estudios sacerdotales, lo que le está prohibido.
El director Komasa, católico él mismo, trabaja con las evidencias reales del hecho y las convierte en un relato que oscila entre lo verídico y lo ficticio, al tiempo que matiza su narración con el encanto de lo imprevisible: en ese lejano pueblo, el joven salido del reformatorio no solo logra hacerse pasar por sacerdote, sino que imparte misa y habla a los feligreses con una pasión y renovación de conceptos nunca antes vistos.
Corpus Christi clama por sacudir convencionalismos que distancian a la iglesia de sus seguidores. El desempeño de Bartosz Bielenia, como Daniel, es decisivo. De su físico se desprenden evocaciones místicas a partir de una fotografía que explota la intensidad de su mirada, la sonrisa inquietante, las emociones internas de un joven que se debate entre las influencias violentas del mundo irascible en que se ha criado, y la espiritualidad que lo domina.
Historias de identidades suplantadas hemos visto unas cuantas, pero la manera en que el actor polaco a su sacerdote volcado a la fe, y al mismo tiempo lleno de reclamaciones carnales y humanas, es toda una revelación.