Manuscrita a lápiz, escribió una misiva a esta columna Rigoberto Francisco Marín, residente en la calle Pasaje No. 18, entre San Francisco y Camino de La Habana, en la ciudad de Sancti Spíritus. Su carta contiene un reclamo a la calidad de un servicio y habla sobre la panadería especializada
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Manuscrita a lápiz, escribió una misiva a esta columna Rigoberto Francisco Marín, residente en la calle Pasaje No. 18, entre San Francisco y Camino de La Habana, en la ciudad de Sancti Spíritus.
Su carta contiene un reclamo a la calidad de un servicio y habla sobre la panadería especializada ubicada en la calle Independencia, en las proximidades del espirituano Parque de La Caridad.
Tras recordar los llamados del Primer Secretario del Partido y Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, para que se cumplan las medidas y los protocolos establecidos en aras de contener la covid, el lector notifica que dicho centro de elaboración constituye un potencial peligroso para la propagación del virus causante de la enfermedad.
“A este lugar las personas asisten en horas de la madrugada, violando todo lo estipulado. En el área del parque cercano duermen alcohólicos, deambulantes y personas con mala conducta. Marcan la cola dos y tres veces, cogen varios números, compran pan en grandes cantidades y luego lo revenden a 12 y 15 pesos cada uno para sacar grandes ganancias”, cuenta Rigoberto.
“Esta zona se ha convertido en un foco de transmisión de la pandemia, ya que no hay distanciamiento físico, las personas usan mal el nasobuco, muestran conductas de indisciplina a la hora de repartir los números y forman desórdenes, con bulla y disputas entre ellas”, agrega.
El remitente considera que todo esto sucede porque “los compañeros de la empresa que acuden a trabajar allí no se dan a respetar, permiten que los coleros y revendedores, que son muchos, se apropien de varios números; los reparten a las 5:40 a.m. y a esa hora no hay por allí personal de la PNR que ayude a restablecer el orden”.
No es la primera vez que Escambray aborda el problema en los últimos años. En esta oportunidad, nuevamente, contactó con vecinos del barrio y comprobó que, en efecto, todo lo narrado por el lector sucede a diario.
Dichos vecinos alertaron sobre la preocupante inacción de los agentes del orden tanto en lo referente a las riñas en las colas durante las madrugadas, como en lo relativo a la permanencia en el parque, durante las noches, de personas que arman desórdenes, dañan los bancos y hacen, incluso, sus necesidades fisiológicas en los portales de algunas viviendas.
Huelgan las consideraciones ante relatos tan alarmantes, que tienen lugar en medio de la peor situación epidemiológica vivida por la provincia. La Empresa Alimentaria debe tomar cartas en el asunto.