Quizás Granma lo vuelva a ver en la misma silla con las piernas cruzadas en la 61 Serie. Y quizás no. Sin embargo, lo que nunca podremos olvidar es su sencillez, humildad, consagración y entrega a lo que por vez primera lo hizo llorar ante sus discípulos y la prensa. El béisbol también lo hace. Y eso es honor, Carlos Martí. Es un honor.