GUANTÁNAMO, Cuba. – La proyección ideológica de la izquierda internacional y sus promesas desde la oposición resultarían loables si no conociéramos cuál es la ejecutoria que imponen cuando obtienen el poder. Y es que el “pecado original” de esa izquierda incongruente con sus postulados de honradez administrativa, equidad y justicia social, ha sido reproducir los códigos y estructuras de dominación existentes en el capitalismo, con el defecto agregado de ser incapaz de superarlo en cuanto a bienestar material y derechos civiles y políticos.
Esa izquierda alaba a la dictadura castrista mientras critica a la democracia burguesa, la misma que ha permitido a Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega llegar al poder mediante elecciones libres y democráticas. Una vez gobernantes, algunos se las han arreglado para prorrogarse sustituyendo a los miembros de los colegios electorales por personas de su cercanía política.
El expediente violatorio de los derechos humanos en Cuba desde 1959 hasta hoy es abultado, pero solo hasta hace uno o dos años algunos gobiernos europeos han comenzado a comprender la magnitud de la tragedia que vivimos los cubanos. Al parecer, van quedando atrás los tiempos donde “nadie escuchaba”, según consta en el agudo documental homónimo de Néstor Almendros.
Durante muchos años la dictadura castrista contó con el apoyo incondicional del antiguo campo socialista y representaron de maravillas el papel de pequeña isla “bloqueada” y amenazada por el imperio más poderoso del planeta, mientras mandaban a la muerte en lejanas guerras a nuestros compatriotas ─jamás falleció un hijito de papá─ y gastaban allí enormes recursos financieros y materiales cumpliendo el papel asignado por la antigua Unión Soviética (URSS).
Destinados a defender lo indefendible, sus diplomáticos han protagonizado deleznables acciones en la mismísima ONU y en el Consejo de Derechos Humanos de esa organización, tratando de reproducir desde esos escenarios la misma intolerancia que practican en Cuba.
Pero se les acaban las artimañas que les permitían ocultar la triste realidad que han impuesto a nuestro país. Este jueves 16 de septiembre el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución histórica con el voto unánime de los diputados en contra de la dictadura castrista, condenando la violencia que ejerció en contra de los manifestantes del pasado 11 de julio.
Como certeramente afirma Javier Larrondo desde Prisoners Defenders, en nota que ha circulado al respecto, este acontecimiento marca “el declive y el final de un período de 63 años de engaño a la izquierda mundial”.
“Siempre hemos sostenido en Prisoners Defenders que Cuba no es de izquierdas, y la izquierda europea ya no solo lo sabe; ahora lo incorpora a su emocional colectivo. Cuba no puede decir nunca más que la violación de los derechos humanos es algo del ‘imperio’, de la derecha o de Miami. Europa en pleno se ha levantado a decirlo, aunque haya quienes lo digan más claro y más valientemente, y defiendan los derechos humanos por encima de todo, votando a favor de la resolución completa y todos sus términos, para proteger a los indefensos ciudadanos de Cuba, porque un Gobierno que comete crímenes de lesa humanidad de forma sistemática requiere de mensajes claros y contundentes”.
El Estado cubano, lejos de liberar de la opresión a sus ciudadanos los ha sometido mucho más y lanzado a un sempiterno sendero de pobreza y desesperanza que en cada recodo mantiene apostado a un policía presto a reprimir el más mínimo disenso.
Desconozco cuántos años le quedan a la dictadura que padecemos, aunque, por supuesto, no son milenios ni décadas, como afirman sus delirantes defensores en canciones mediocres o en presuntas frases inteligentes de marcada artificialidad al estilo de la nueva vedette de la televisión nacional, Karima Oliva Bello, en su programa Con filo.
Al parecer, Europa comienza a salir de su concha de marasmos y complacencia con respecto a la dictadura castrista, ejemplo que debería imitar Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, quien hasta ahora ha hecho como el avestruz.
La dictadura cubana engaña cada día menos, con el agravante de que está imposibilitada de regresar al punto de partida donde lo echó todo a perder al reemplazar la esperanza por la traición, la alegría por una endémica frustración y los planes que auguraban prosperidad en rotundos fracasos.
La dictadura cubana apesta. En el nauseabundo escenario donde representa sus escuálidos sainetes la acompañan individuos inteligentes y hasta brillantes, pero carentes de algo sin lo cual esos dones se convierten en cuentas de vidrio, me refiero a la ética que nos impone reconocer siempre la verdad, por dolorosa que sea e independientemente de nuestra postura política.
Anticipándose a lo que sabía iba a ocurrir, el pasado 14 de septiembre el periódico Granma publicó una nota con el título El mismo grupo reducido de eurodiputados y la misma maniobra, otra vez contra Cuba, donde aseguraba que esta sesión del Parlamento Europeo se produciría debido a la influencia de un grupito de eurodiputados que responden a la agenda de Washington. Según Granma, ese órgano se ha convertido en un triste rehén de una escalada agresiva ajena a intereses genuinamente europeos y contraria al espíritu de diálogo respetuoso que ha primado en las relaciones entre Cuba y la Unión Europea.
Pero no ha sido un grupito de eurodiputados el que ha apoyado la resolución, sino que esta ha contado con un respaldo extraordinario. La realidad es que lo que la dictadura llama “diálogo” ha sido la prolongación de un escarceo semántico en el cual la parte europea ha sido manipulada a conciencia con la complicidad de Federica Mogherini y Josep Borrell. Un “diálogo” del que ha sido excluida hasta hoy una parte significativa de la sociedad civil cubana, la que no apoya a la dictadura, y donde los representantes de esta aplazan constantemente la promulgación de leyes para hacer efectivos todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos y sociales.
Imagino la próxima arremetida de Granma contra el Parlamento Europeo, pero estoy seguro de que muchísimos cubanos ya están festejando esta victoria.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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