Cinco mil. Una y otra vez el número le aparecía en el pensamiento como un flashazo. Estaba acostado en su litera, las manos detrás de la cabeza, los ojos en el techo, como si aquella no fuera la última noche tras las rejas. Cinco mil días —pensó de nuevo— y enseguida comprendió que le faltaba poco más de un mes para cumplirlos en la cárcel. Para la contrarrevolución era el rubio de Cabaiguán; el agente Allam para la Seguridad del Estado cubana. Su nombre verdadero: Enoel Salas Santos.
Hoy tiene 85 años y vive en el municipio villaclareño de Placetas. Su verdadera identidad salió a la luz pública hace casi cuatro décadas, cuando ya tenía sobre sí decenas de misiones cumplidas. En sus tiempos libres cuida las plantas, lee, recuerda, enseña. Cuando habla se le notan más las arrugas alrededor de los ojos, pero en ellos todavía conserva el mismo color azul de su juventud. Para muchos ha tenido dos vidas, dos historias, aunque él sabe cuánto de heroísmo y consagración existe en cada una de ellas.
Prueba de fuego
Enoel tenía 42 años aquella última noche en prisión y de pronto lo recordaba todo. Había nacido en un pequeño poblado conocido como »