LA HABANA, Cuba.- Para nadie es un secreto la falta de objetividad con que la prensa oficialista cubana refleja la realidad en la nación norteamericana, así como la actuación de Estados Unidos a nivel internacional. Para los medios propagandísticos del castrismo, el “imperialismo yanqui” está relacionado con cuanto suceso reprobable tenga lugar en el mundo. Más o menos en esos términos han contemplado los acontecimientos recientes acaecidos en Afganistán.
En un artículo aparecido en el periódico Juventud Rebelde (“Desastre final de Estados Unidos en Afganistán”, edición del 17 de agosto) se malinterpretan los motivos de la intervención norteamericana en esa nación asiática, no se mencionan los cambios favorables que tal intervención produjo en la sociedad afgana, y fueron obviados otros sucesos que mucho influyeron en la inestabilidad que hoy presenta esa nación.
El articulista apunta que “Los epítetos más bochornosos acompañan las últimas jornadas de las tropas de Estados Unidos que hace 20 años llegaron a la lejana nación asiática a implantar la ley y el orden al más puro estilo norteamericano”. Y en otra parte del trabajo periodístico se concluye que “los daños sufridos por la nación y el pueblo afgano debido a la intervención imperial y el afán de implantar un régimen sumiso a sus intereses caracterizan una de las mayores catástrofes humanitarias de la historia”.
En primer término habría que recordar que las tropas norteamericanas llegaron a Afganistán en el 2001 no con el objetivo de apoderarse indefinidamente de ese país, ni de establecer leyes y órdenes contrarias a las tradiciones afganas, con la excepción del extremismo talibán que margina a las mujeres de la vida social, y que es condenado por los propios afganos. Se sabe que la razón de la intervención fue eliminar al grupo terrorista que planeó el deleznable derribo de las Torres Gemelas en la ciudad de New York. Y acerca de si fue efectiva o no esa acción, el hecho de que han transcurrido dos décadas sin que el territorio norteamericano haya sufrido otro ataque de esa naturaleza constituye una señal de lo oportuna de esa cruzada emprendida por Washington.
Por otra parte, hablar de que la intervención imperial haya sumido a Afganistán en una de las mayores catástrofes humanitarias de la historia es, sencillamente, cerrar los ojos para no ver lo que sucede en torno al aeropuerto internacional de Kabul, donde la ciudadanía desesperada intenta subir a cualquier avión que las aleje del “paraíso” talibán. Esos talibanes sí son -y ya lo demostraron- los que pueden conducir al país a un verdadero infierno viviente.
Una pregunta se impone tras comprobar una importante omisión del referido artículo: ¿Acaso el articulista nació ya en los años 90, o no ha leído una página de la más reciente historia universal, y no sabe nada de la invasión soviética de Afganistán comenzada en 1978 y terminada hacia 1990?
Pues habría que decirle que esa acción del Kremlin marcó el inicio de la desestabilización en esa nación centroasiática, y que Moscú fracasó estrepitosamente al intentar, en el contexto de la Doctrina Brezhnev, imponer allí un régimen títere afín a sus intereses geopolíticos en la región.
Y que además esa intervención soviética en Afganistán de alguna manera repercutió en la política cubana, pues puso al descubierto el falso no alineamiento de Fidel Castro, cuando en la Cumbre de ese movimiento, celebrada en La Habana en 1979, mencionó solamente al imperialismo yanqui, pero se hizo el de la vista gorda ante los desmanes que ya por esos días cometían sus aliados soviéticos en suelo afgano.
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