“¿En el derecho o en el izquierdo?”, izquierdo, respondí a la enfermera previendo como periodista que se maneja con mano diestra cualquier interferencia con la escritura en caso de dolor. Sentí el pinchazo y el ardor por unos pocos minutos. El químico estaba dentro en apenas segundos, pensé: “es solo una vacuna más”, y lo fue.