Nadie los ha obligado, repito, porque siempre hay gente que intenta sembrar mala fe donde otros le ponen raíces a la bondad. Jamás se trató de emulaciones, apariencias, mucho menos de heroísmos. No fue una orden, no puede ser así cuando arriesgar la vida no es hipérbole ni alabanza, más bien es cuestión de convicciones, de decir “sí” por sobre los riesgos, los miedos.