El director de Servicios Comunales en Santiago de Cuba, el ingeniero químico José Gonzalo Borrero Sotomayor, desmintió este viernes las noticias falsas sobre supuestos enterramientos en fosas comunes de fallecidos por COVID-19 en esa provincia y actualizó al diario Granma sobre la situación actual que presentan los servicios necrológicos.
Ante las limitaciones de espacio que presenta el cementerio patrimonial Santa Ifigenia ―explicó Borrero Sotomayor―, se decidió trasladar algunos de los fallecidos (no solo por COVID-19) hasta Juan González, un proceso que ha sido acompañado de medidas organizativas.
Se trasladaron ―a esa localidad ubicada 20 kilómetros al oeste de Santiago de Cuba― los cadáveres cuyas familias carecen de bóvedas privadas, o que no fueron incinerados en el crematorio, también necesitado de una reparación capital que obliga a explotarlo con limitaciones.
El director de Servicios Comunales explicó que el traslado de los cadáveres a los camposantos localizados en esa y otras comunidades se debe a que la necrópolis de Santa Ifigenia resulta insuficiente para los índices de mortalidad de una población de más de medio millón de habitantes y, además, no tiene posibilidades de extender su superficie.
Desde antes de la pandemia, las autoridades trabajaron en la microlocalización, diseño y ejecución de dos nuevos cementerios para la ciudad de Santiago de Cuba. El más adelantado está diseñado para albergar 10 000 cadáveres, en el sitio conocido por Hicaco, de la carretera Siboney, y cuyo primer bloque dispondrá de 365 capacidades en los próximos meses.
El otro cementerio será construido en el kilómetro diez de la carretera central que conduce a El Cobre, y, cumplido el tiempo para la exhumación, podrán trasladarse los restos de familiares, desde el camposanto en Juan González a estas instalaciones.
De acuerdo con Borrero, el necesario empleo de medios mecánicos para ampliar la capacidad del cementerio en Juan González pudo generar la impresión de que allí se realizaban excavaciones informales. Sin embargo, cada operación se ejecutó con total apego a las normas técnicas planteadas para esta actividad por el Ministerio de Economía y Planificación.
El artículo 17 de esas normas establece que, en cada fosa, todo ataúd será cubierto por una capa de tierra de 1.5 metros de espesor al menos, y, en caso de ubicarse más de un ataúd, la distancia se medirá desde la parte superior del ataúd más superficial, y la tierra que se utilice no será comprimida ni aplastada.
El diario Granma precisó que en todos los casos, los cadáveres están siendo enterrados en ataúdes.
“Todo esto se cumple al pie de la letra, y además de contar con el seguimiento de las autoridades de la provincia, se insiste con nuestros trabajadores en que, no obstante las limitaciones materiales conocidas, se trata de un servicio de mucha sensibilidad que exige la mayor atención al pueblo, al cual le aseguramos que ningún cuerpo se ha extraviado”, indicó el director de Servicios Comunales en Santiago de Cuba.
(Con información de Granma)