La edad, el tiempo, las distancias recorridas, las lágrimas, las sonrisas son tatuajes de la vida. Esas huellas que se reflejan en arrugas, en regaños, en misterios de ojos iluminados, los cuales no podemos ignorar. Afortunados los que logran atravesar gran parte del camino de la vida, dichosos los que vivieron para contar su historia y dejar un trazo en las que tienen que seguir.