En anteriores conexiones la mujer ha sido protagonista de este espacio, y seguirá siéndolo, porque después de tanto tiempo, aquí ha logrado un hito en su emancipación en las canchas deportivas. Están presentes, por primera vez, en número igual al de sus compañeros de escena, pues ellas representan el 49 % de los participantes.
Incluso, hay deportes, tres en total, en los que solo ellas son las actrices. En el softbol, la gimnasia rítmica y el nado sincronizado; la belleza, pero también la firmeza y la decisión, vibran en cada esfuerzo.
No solo están, sino brillan con actuaciones descollantes en estos Juegos que las tienen en el centro de la inspiración. Una de ellas es la hoy cuatro veces medallista olímpica del judo, Idalys Ortiz, o la colombiana Mariana Pajón en el ciclismo, que venía a buscar su tercer trofeo dorado, y se fue con una histórica presea plateada como premio a su esfuerzo y a no cejar en el empeño, tras una épica remontada cuando parecía que no llegaba al podio.
Aunque no hay representación femenina, ningún cubano puede ver al béisbol con indiferencia, aunque, como ahora, por primera vez, la Mayor de las Antillas esté ausente del torneo olímpico. Pasábamos por Ueno, para tomar el metro y llegar más temprano a la lucha grecorromana, cuando vimos la señal del parque de pelota.
Uno de los campos de ese complejo lleva el nombre de Shiki Masaoka, poeta de la era Meiji (1868-1912), quien tradujo al japonés los términos pitcher y bateador. En un monumento en su honor está grabado uno de sus haikus (poemas cortos que se refieren a un lugar o a un momento muy concreto): «Fue el maestro Kanoe Chuma quien dio a este deporte el nombre japonés de Yakyu».