El equipo de Estados Unidos cayó ante Francia en el inicio del baloncesto olímpico, una derrota que puso fin a una racha de 25 partidos sin la sombra del revés bajo los cinco aros, luego de caer ante los campeones de Argentina en las semifinales de Atenas 2004.
El dominio de los norteamericanos sobre las canchas de los Juegos Olímpicos ha sido abrumador, desde que comenzaron a asistir con jugadores pertenecientes a la National Basketball Association (NBA) en Barcelona-1992, un equipo que lideraba el, para muchos, mejor jugador de la historia, el escolta Michael Jordan.
Sin embargo, la historia en Tokio-2020 pudiera ser diferente para el quinteto estadounidense, al que parece costarle adaptarse al baloncesto internacional, en el que el trabajo en equipo da más resultados que la suma de individualidades que define al conjunto de las barras y las estrellas.
A estos factores, se une la condicionante de que el roster de los Estados Unidos solo cuenta con dos jugadores top de la NBA, el alero de los Brooklyn Nets, Kevin Durant, y el base de los Portland Trailblazers, Damian Lillard, un par de estrellas rodeadas por un reparto de jugadores al parecer insuficiente para imponerse en el contexto FIBA.
En el duelo ante los galos Durant se vio temprano con problemas de faltas, lo que disminuyó su tiempo en cancha, en tanto Lillard no estuvo acertado en la conducción del juego, elementos que, conjugados con la excelente rotación de balón y defensa de los franceses, dieron al traste con la derrota.
“Cuando pierdes un partido no te sientes sorprendido. Estás decepcionado. No entiendo la palabra ‘sorprendido’ en este contexto. Eso critica al equipo francés, como si tuviésemos que vencerlo por 30 puntos y son un equipo increíble. Tienen un gran cuerpo técnico, jugadores que están en la NBA y otros jugadores talentosos que juegan en Europa y que han estado juntos durante mucho tiempo. No entiendo la sorpresa. Eso es arrogancia, como si creyeras que se supone que los estadounidenses deben lanzar la pelota y ganar”, fueron las palabras del entrenador Gregg Popovich.
Las declaraciones del estratega confirman una realidad que viene siendo latente en el último lustro, si jugadores élite como Lebron James o Stephen Curry, continúan ausentes de los torneos internacionales con el team USA, los títulos comenzarán a llenar las vitrinas de otros equipos, en detrimento de los norteamericanos.