Toda duda se disipó al saber que el hotel Regis —una de las mejores cadenas del sector del ocio en el mundo—, que resurge de sus escombros en el Prado habanero, es ambientado con creaciones de aluminio con sello espirituano, concebidas a fuerza de constancia, arte e ingenio.
“Lo aprobaron —cuenta aún con asombro José Antonio García Echemendía, líder del grupo Forjaluz—. ¡Y sin ningún tipo de recomendación!”
Mas, la alegría se extendió al sumar al unísono siete nuevas instalaciones en el mismo ramo con elementos decorativos diferentes para cada uno. Algo inédito para el colectivo espirituano, poco después de asumir al aluminio como el único soporte, donde se funden lo funcional y lo decorativo.
“Se nos perdió el acero como materia prima principal, por lo que muchas personas pensaron que Forjaluz se había acabado. Pero no nos cruzamos de brazos. Tomamos otro camino, sin divorciarnos de lo que nació en el 2002 y que enseguida se dio a conocer por la combinación de dureza del acero y la belleza.
Por eso estudiamos cuáles técnicas nos ayudan a lograrlo con el aluminio, un metal conocido por nosotros, pero que no había sido explotado lo suficiente. En esas búsquedas descubrimos cómo hacer las plantillas, que es lo más engorroso porque reduce tiempo a la hora de lograr la pieza”.
La llegada de la pandemia coincidió con los primeros pasos del grupo, perteneciente a la filial espirituana del Fondo Cubano de Bienes Culturales, que entonces comentaba a montar los hornos.
“Hoy hemos cumplido con todas las expectativas. Incluso, este año queremos igualar el número de hoteles de ese primer período”.
La experiencia generó casi medio millón de pesos por concepto de sustitución de importaciones, resultado que lo coloca en ese sentido a la vanguardia del país.
“Ya contamos con una variedad de exquisita factura de líneas de espejos —los principales proveedores con metal en Cuba—, series de rejas, cestos de basura…”.
Antes de llegar a las grandes naves, ubicadas en el área del centro Alberto Delgado, de la ciudad del Yayabo, se pueden apreciar las creaciones esparcidas como trofeos de victorias, luego de que la escasez de acero intentara echar por tierra tanta historia.
“Hemos aprendido a innovar ante la ausencia de algunos recursos primarios necesarios para la calidad. Por eso defendemos la idea del encadenamiento, una estrategia que desde los inicios nos ha dado muy buenos resultados”.
La unión con otros artistas ha dado frutos recientes de gran impacto para el patrimonio espirituano.
“Nadie se había atrevido a hacer las puertas de la Cárcel vieja por sus dimensiones. Con el ingenio de un reconocido carpintero espirituano hoy ya casi están. Con el aluminio tendrán mayor durabilidad, pero visualmente parecerán de la misma madera de antaño”.
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ESCUELA DE ETERNOS APRENDIZAJES
Por más de 15 años, Forjaluz ha derrochado ingenio, destreza y creatividad. En su primer taller, en la esquina de las calles Rosario y Tello Sánchez, siempre se vio a jóvenes interesados en aprender en cómo doblegar el acero o la cabilla corrugada y devolverlos al medio ambiente acompañados de aplausos y asombros por tanta originalidad.
“Ese local se nos hizo pequeño, por lo que nos mudamos hacia este lugar. Tenemos un objetivo de sumar a estudiantes del centro y lo logramos.
“Tras la llegada de la COVID-19 y el cese presencial de las actividades docentes nos hemos extendido a la comunidad cercana, Las Minas, para que nos reconozcan como fuente laboral de interés. Empezamos con los custodios y ya contamos con jóvenes que estaban desvinculados del estudio y del trabajo y quienes ya han aprendido técnicas antiguas para moldear el aluminio.
“Además, tenemos como estrategia dar oportunidades a personas con discapacidad y, por supuesto, al retomar las clases volveremos a estrechar relaciones con la enseñanza técnica”.
Entre las novedades que el colectivo ha incursionado en este último período se distingue el grabado de obras originales de artistas en el aluminio.
“Hemos trabajado hasta ahora con Luis García, Luis María Serrano, Álvaro José Brunet y Vladimir Osés. Sus obras se delinean en una plantilla y así las llevamos al aluminio. Son productos exclusivos y que pretendemos hacer en muy pocas cantidades”.
CON LA CONTADORA EN LA MANO
Cumplida con creces la principal aspiración de Forjaluz: “Tener un producto”, miran más allá del horizonte creativo.
“En cuestión de precios estudiamos porque se ha encarecido todo. Mas, estamos conscientes de que vivimos un momento de crisis, no de holgura. No hacemos nada si subimos demasiado y dejamos de contribuir”.
Esa máxima, José Antonio García la sigue a punta de lápiz en los mercados ya conocidos y los que están por explotar: “Seguimos en el sector del Turismo, pero vamos a empezar a expender en una tienda del Fondo, así como creemos que estamos en condiciones para otros comercios, aunque sabemos que el fatalismo geográfico nos persigue. Por eso, comenzaremos nuestra promoción por las redes sociales. Quizás así podamos exportar”.
Sería esta la oportunidad ideal para que Forjaluz adquiera Moneda Libremente Convertible, vital para explorar opciones tentadoras para surtirse de materias primas que les permitan diversificarse.
“Nuestra política de trabajo es no abandonar jamás a los trabajadores. Hoy los fundadores aun estamos aquí. Muchos proyectos pararon para rediseñarse económicamente, pero nosotros no. Desconozco cuáles serán las consecuencias de eso, pero pensamos que si el llamado del país es producir, sustituir importaciones, aprovechar mucho más los encadenamientos y exportar, no podemos estar de espaldas. Son esas nuestras aspiraciones y, por supuesto, sin abandonar nuestra enfermiza acción de crear”, concluyó.
Con esa idea como guía, no solo rompen con el quehacer más conocido, sino que Forjaluz sigue dando mucho de qué hablar y admirar por resumir en cada entrega identidad, arte, oficio y tradición.