1. IMPLICÓ UN QUIEBRE EN LA PSIQUIS DE LOS CUBANOS
La indiferencia de los ciudadanos es esencial para las autocracias. Como dice Fernando Ruiz, la pérdida de libertades comienza cuando la gente se cansa de informarse y opta por ignorar los aspectos más oscuros del sistema, lo que los lleva a un acto colectivo de ceguera.
Para salir de la tiranía, es crucial el proceso inverso. Primero, enterarse en silencio, acumular una verdad contenida que empieza a presionar. Luego, la verdad estalla en forma de protestas públicas (como ocurrió el 11 de julio de 2021) que continúan ocurriendo, aunque en escalas y lapsos de tiempo diferente.
El 11J marcó el fin de la era del silencio acumulado por muchos cubanos. El fin de la idea de que los cubanos que disienten de las políticas del Partido Comunista están solos, que son una minoría irrelevante y que solamente pueden disentir en sus cabezas y sin acompañamiento. Sacó el genio de la ciudadanía contenido en la botella de la autocensura y de la catarsis reducida a los espacios privados. El 11J hizo que la gente comprendiera que, aunque el régimen diga lo contrario, la calle no es solo de los revolucionarios.
Aunque el miedo se mantiene, el 11J demostró que los atemorizados con capacidades de levantarse son también un número considerable.
El 11J produjo un quiebre en la psiquis de los cubanos porque demostró que al lado de tu casa vive gente dispuesta a salir contigo a la calle.
2. DEMOSTRÓ QUE LA OPOSICIÓN PUEDE SER POCA, PERO QUE LA DISIDENCIA ES MUCHA
Uno de los argumentos recurrentes del régimen cubano es que quienes se oponen a su gestión son —señalando su número reducido— «grupúsculos» de «apátridas» manipulados desde Estados Unidos.
No obstante, la existencia de un sector de la población nada despreciable que se opone al castrismo y al socialismo quedó evidenciada desde antes del 11J. Quizá la muestra más elocuente fue la obtenida después del referendo constitucional de 2019. En esa ocasión, al menos el 10 % del electorado mostró desacuerdo con la tiranía del Partido Comunista y con la irrevocabilidad de su modelo de desarrollo. Sin embargo, la significación del número fue relativizada, entre otras cuestiones, porque se había mostrado solamente en la seguridad de las urnas y no en un reclamo público y sostenido en las calles.
El 11J le puso rostro al sector del cual solamente se tenía una idea aproximada y relativa. Demostró que en Cuba no se necesita una oposición articulada o un liderazgo para que la ciudadanía (como actor independiente) exprese su inconformidad en las calles. Evidenció que, aunque la oposición política pueda ser limitada, los disidentes cubanos son muchos. Demostró que cientos de miles de cuban