LA HABANA, Cuba. – La antropóloga e historiadora cubana Jenny Pantoja Torres fue detenida y golpeada el 18 de junio pasado junto a su colega Alina Bárbara López. Ambas se dirigían desde la ciudad de Matanzas hacia La Habana para desarrollar una protesta pacífica.
No era la primera vez que Pantoja Torres, de 56 años de edad, resultaba arrestada: hace varios meses la Seguridad del Estado le impidió unirse a la habitual protesta mensual de su colega, en Matanzas, y la devolvió a su vivienda, en La Habana. Pero la brutalidad de la reciente detención fue alarmante tanto para ellas como para la comunidad artística y literaria. Tras ser liberadas el 18 de junio, ambas mujeres terminaron en el hospital, atendiéndose por la agresión física que recibieron de parte de los agentes del Estado.
CubaNet conversó con Pantoja Torres, quien actualmente se encuentra bajo medida cautelar de reclusión domiciliaria, en espera de juicio por el supuesto delito de “atentado”.
―En la detención del 18 de junio, Ud. se disponía a participar en una protesta pública junto a la profesora Alina Bárbara. ¿Qué tipo de protesta sería? ¿Cuál es su relación con Alina Bárbara López?
―Esta es una protesta que surgió por iniciativa de Alina, el 18 de marzo del 2023; yo me sumé en julio. Ella decidió desarrollarla cada día 18 en conmemoración al centenario de la Protesta de los 13, la cual ocurrió el 18 de marzo de 1923, estuvo encabezada por [Rubén Martínez] Villena y aglutinó a figuras intelectuales de la época en contra de los desmanes de ese momento del Gobierno; en contra de la corrupción, sobre todo.
Nuestras demandas se resumen grandemente en dos: cambio en la forma de la estructura de gobierno en Cuba y liberación de los presos políticos.
El 18 de junio último, Alina y yo veníamos de Matanzas para acá, para La Habana, a desarrollar esta protesta pacífica, como cada día 18. Nunca la habíamos hecho en La Habana. En Matanzas a veces la hacíamos solas, a veces venían otras personas. Es una protesta simbólica, de una hora de duración delante, preferiblemente, de un busto de Martí.
Mi relación con Alina surge en las redes sociales y es una relación, primero, de admiración de mi parte; desde que ella coordinaba La Joven Cuba (LJC), yo leía sus escritos, la seguía como sigo a otras personas que escriben sobre todos estos temas de historia de Cuba, economía, política, y que hacen análisis profundos sobre la cuestión de las políticas gubernamentales en Cuba.
Ella me parece una persona muy coherente, lo que te dice es exactamente lo que piensa, y lo que piensa es lo que dice y es lo que hace. No coincidimos al 100%, porque ella es una persona y yo soy otra, pero sí coincidimos en lo básico, en lo más importante, que es que este país tiene que cambiar y tiene que ser un cambio grande.
Como me parecía, además, una persona a la que una podía sumarse, pues me sumé.
Indudablemente, Alina es una persona que, aunque ella no quiera, es líder natural. Ella no quiere serlo y, de hecho, yo comparto su idea de que hay que dejar un poco esa manía de caudillismo que tenemos, de esperar un líder, un mesías que venga y nos salve.
Yo lo siento así y me sumo, lo cual no quiere decir que no tenga mis criterios, que no haya cosas en las que estemos muy de acuerdo y otras no, y las conversamos, las discutimos y hablamos.
Entre nosotras ha surgido, más que una amistad, una hermandad. Alina es mi hermana en un sentido ya más allá de solo manifestarnos cada 18, porque eso lo hacemos un día, pero el resto de los días del mes estamos escribiendo y haciendo cosas, sobre todo ella, por supuesto, pero haciendo cosas en función de estos cambios.
―¿Cuándo y cómo comenzó el hostigamiento hacia su persona por parte de la Seguridad del Estado?
―Esta es la segunda ocasión en que me detienen por motivos políticos, aunque me han retenido en mi casa muchas veces.
¿Cuándo comencé a ser un objetivo para ellos, para la Seguridad del Estado? No lo sé exactamente. Todo se destapó a raíz del juicio de Alina, en noviembre de 2023. El juicio fue el 28; el día antes me detienen cuando llego a Matanzas, me traen hasta mi casa en La Habana, un traslado nocturno a través de varios patrulleros que me fueron cambiando en cada punto de control.
Fue una situación nueva para mí, yo nunca había estado detenida. Pero estaba convencida de que lo que estaba haciendo era lo que se debía hacer.
Madelyn Sandiñas, la hermana también de causa que hace lo mismo en Camagüey cada 18, tiene una frase que he hecho mía, y dice que no se puede morir con los brazos cruzados, es preferible hacer esto que quedar con los brazos cruzados. Y eso es lo que yo he mantenido.
―Ud. tiene un amplio historial como académica e investigadora vinculada a las instituciones oficiales cubanas. ¿Cómo y por qué decidió enfrentarse al aparato gubernamental? ¿Cómo ocurrió esa transición?
―Yo no tengo tan largo historial académico. Yo apenas llevo 15 años, lo que los he vivido muy aceleradamente.
Yo tuve una decepción muy grande en mi juventud, con 21 años. Yo provengo de una familia de gente muy trabajadora, muy honesta, gente que dio todo por la Revolución y que se sacrificó mucho.Y aún hoy, algunos familiares siguen teniendo esa postura, que yo respeto mucho. Es muy difícil decir “me equivoqué”, “esto no es lo que yo pensaba”.
Yo era una niña y andaba siempre con mi mamá en unidades militares, me crié en ese ambiente; yo misma, de joven, me llené de ese espíritu, de construir un futuro mejor y de que íbamos a hacerlo todo para cambiar, por una sociedad mejor. En teoría, el socialismo es muy lindo, es un sistema que suena muy justo.
Yo quería ser actriz, de hecho, lo fui; llegué a ser por 10 años actriz profesional de teatro. Y, por supuesto, el arte es un medio muy libre, no en balde desde abril de 1961 Fidel, con sus “palabras a los intelectuales”, silenció a la intelectualidad y puso grilletes y mordazas a los artistas.
Y yo, que me había criado en todo eso del “realismo socialista”, comencé a chocar con gente linda, libre y auténtica, y empezaron a caer en mis manos libros demoledores como 1984, que me quitó el sueño durante muchos días, La gran estafa, Rebelión en la granja… Eso fue aproximadamente a mis 19 o 20 años. Y eso me llevó a un proceso duro de transformación que incluyó la esfera política.
El batacazo vino con el Caso Ochoa. Fue un proceso que seguí y estudié. Recuerdo que una noche estaba frente al Malecón, mirando el mar, y dije: “Esta sociedad está mal, esto está mal, esto no es lo que yo pensaba”.
Ya desde esa época, los años 90, hacíamos teatro muy contestatario; hicimos cosas en el teatro que eran mensajes para nada sutiles, donde era muy evidente la inconformidad y la necesidad de cambio. Pero en los 90 todos estábamos embriagados de que realmente iba a haber un cambio porque se había caído el muro de Berlín y ya la URSS no existía.
Y hubo cambios, pero cambios para consolidar el sistema y para hacer, literalmente, más ricos y con mejores posibilidades a esa oligarquía con lazos familiares que está en el poder.
Luego me sumergí en mi trabajo y en familia y en resolver los problemas cotidianos de mis hijos, pues fui madre soltera.
El mayor Pablo, de la Seguridad del Estado, me recriminó que hubiera hecho este cambio teniendo una vida tan tranquila, y es que llega un momento en que el estado de cosas es tan depauperante que te das cuenta de que es una crisis insostenible, que el país está muriendo, que lo están matando. Cuba es un país bello, con una historia bella, con gente que tiene carisma, pero nos están matando, y yo me di cuenta de eso y de que tenía que hacer algo. Tengo que hacer algo y tú me dirás “Bueno, pero ahora estás trabajando”. Sí, estoy trabajando porque quiero terminar mi doctorado, porque siempre ando dividida entre cosas que considero que son supremas, como es hacer algo por el país, porque es un deber, no es que sea un derecho, es un deber de todos.
Hoy mismo una persona muy joven me dijo: “Pero eso no te va a llevar a nada, eso no va a hacer la diferencia”. Yo la miré y le dije: “Siempre hay diferencia”. Cuando una persona se separa del resto y manifiesta su inconformidad, ahí hay una diferencia. A lo mejor, inmediatamente el resto no funciona o no reacciona o no hace lo mismo o solo se separan tres o cuatro del resto, pero ya empieza a existir una diferencia.
Y las diferencias han existido desde el inicio de