Cada verano el sistema de salud y el país en general se preparan para hacer frente a las arbovirosis. De acuerdo con el Manual MSN en español, esta denominación se refiere al conjunto de enfermedades producidas por “los virus que se transmiten al ser humano o a otras especies por artrópodos hematófagos, especialmente, insectos (moscas y mosquitos) y arácnidos (garrapatas)”. No se trata de una especie, género o familia de patologías, sino de un término descriptivo, basado en la capacidad de trasmisión de estos agentes por vectores.
Se conocen más de 250 especies. La mayoría, afortunadamente, no se transmiten a los humanos. Sin embargo, cerca de 80 tipos sí pueden afectarnos.
Cinco de estas enfermedades son de particular interés para Cuba. Son estas la fiebre amarilla, el dengue, la más importante; también el zica y el chikungunya, y la enfermedad producida por el virus de Oropouche (VORO), la última en llegar a nuestro país y a la que le dedicamos recientemente un artículo.
Fiebre amarilla
La fiebre amarilla o vómito negro es una enfermedad ligada a los primeros siglos de historia de nuestro país. Se trata de una patología endémica de la isla. La primera referencia corresponde al año 1620 y no volvió a tenerse registro de ella hasta 1649, de acuerdo con un artículo aparecido en los Cuadernos de Historia de la Salud Pública, del año 2006.
En 1797 el Dr. Tomás Romay Chacón escribió la primera monografía sobre esta enfermedad. Pero sin dudas fue el Dr. Carlos Juan Finlay quien más aportó a su conocimiento.
Al sabio cubano se le debe la teoría metaxénica o del vector biológico. Esta plantea la existencia de un agente transmisor, que es la base misma de las arbovirosis, en este caso, el mosquito Aedes aegypti.
Además, Finlay planteó lo que hoy se conoce como cadena epidemiológica, precondición para la trasmisión de la enfermedad, es decir: la existencia de un enfermo, de un agente transmisor y de un huésped susceptible.
La fiebre amarilla es muy parecida al dengue y muchas veces es imposible distinguirla del segundo sin estudios de laboratorio mediante, según un artículo aparecido en el sitio de la OPS. Se trata de una enfermedad viral hemorrágica en la que los síntomas aparecen de 3 a 6 días después de la picadura del mosquito infectado.
Las manifestaciones iniciales son: fiebre, dolores musculares, cefalea (dolor de cabeza), escalofríos, náuseas y vómitos. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen a los 3 o 4 días, pero un 15 % de los enfermos pasa a la fase tóxica, en la que vuelve la fiebre alta y hay un daño, en ocasiones irreversible, en varios órganos y sistemas, que puede llevar a la muerte.
No hay un tratamiento específico para la enfermedad, pero se cuenta con una vacuna muy efectiva que es capaz de generar inmunidad a los 30 días en el 99% de los casos. Este inmunógeno está disponible en nuestro país, pero su uso está regulado por las autoridades sanitarias para uso exclusivo de viajeros con elevado riesgo de contraer la enfermedad.
Aunque el último brote de la enfermedad en Cuba fue en 1909, estamos hablando de una patología reemergente, que en África, Centro y Suramérica mata 30 mil personas todos los años y afecta a más de 200 mil, según datos de la OPS.
Dengue
Es, posiblemente, la arbovirosis más importante del mundo por el número de casos que se reportan anualmente. Desde el punto de vista epidemiológico, se trata de una enfermedad que cursa con ciclos de agudización a cada cuatro o cinco años. Esto significa que se observa en esos ciclos un incremento expresivo del número de casos. El último pico había sido en 2019 y se pensaba que 2023 habría sido un año de agudización. Sin embargo, el comportamiento de la enfermedad en lo que va de 2024 ya ha superado con creces lo sucedido en el período precedente.
La mitad de la población mundial vive en zonas de riesgo, según un artículo de los Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). Por otro lado, se calcula, de acuerdo con la OMS, que en el mundo hay entre 100 y 400 millones de infecciones todos los años, de las cuales más del 80 % son asintomáticas.
En cuanto a la enfermedad en sí, los síntomas aparecen de 4 a 10 días después de la infección, y son básicamente los mismos de la fiebre amarilla. Suelen desaparecer al tercer o cuarto día. En el 1 % de los casos, aproximadamente, el enfermo evoluciona hacia las formas graves del dengue y, aunque la mortalidad es relativamente baja, por la alta incidencia (elevado número de enfermos) resulta significativa. Para que se tenga una idea, el año pasado se reportaron más de 7 300 muertes en el mundo relacionadas con la enfermedad, según la OMS.
De acuerdo con un artículo aparecido en el sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos en el año 2012, las primeras referencias de lo que parecen ser brotes de dengue en el continente americano se remontan al año 1635 en Martinica y Guadalupe. Luego, en 1820 se hace común en varias zonas del continente.
La etapa moderna de las investigaciones sobre el dengue comienza en los años cuarenta del siglo XX, cuando se descubre el agente transmisor y se dan los primeros pasos para su identificación por métodos de laboratorio.
En esos años, específicamente en 1947, tomando como base los trabajos de Finlay a principios de siglo en nuestro país y otras experiencias exitosas se lanza un plan para la erradicación del vector en el continente. Sin embargo, a la larga este no fue exitoso por distintos factores: cambios políticos, resistencia del mosquito a los insecticidas, falta de financiamiento y pobre apoyo de las comunidades, entre otros.
A partir de la década del setenta, comienzan a reportarse nuevos brotes en el Caribe y en 1980 ocurre en la isla una gran epidemia, con más de 340 mil casos y 158 fallecidos, entre ellos 101 niños, de acuerdo con un artículo de la Revista Cubana de Medicina Tropical.
Con la llegada del siglo XXI se ha apreciado una impresionante dispersión del virus y sus cuatro serotipos en la región de América. Esto ha llevado a un aumento de la incidencia: de 1 millón 15 mil casos confirmados en 2002 y 255 fallecidos a más de 9 millones 386 mil casos de dengue solo hasta la semana epidemiológica 23 de este año, es decir, a principios de junio, de acuerdo con un reporte de Prensa Latina.
De ellos, 9 582 enfermos presentaron formas graves de la enfermedad y fallecieron 4 529. La mayoría de los casos corresponden