Esos versos se aprenden en Cuba desde la niñez, se escuchan en canciones, se leen en libros, revistas y diversas publicaciones, y hasta acompañan al imaginario de país como parte de la identidad cultural. Sin embargo, resultan poco conocidos los misterios que acompañaron a su escritura: llama la atención la letra del séptimo verso, pues en quienes los declaman, unos optan por “oruga” y otros por “ortiga”.