El gran impaciente (2020) llegó a Cuba como parte de la Muestra de Cine Español exhibida en La Habana a comienzos de junio.
Un audiovisual cubano en la Muestra de Cine Español
Esta obra es un ejemplo de lo que el crítico e investigador Juan Antonio García Borrero ha definido como audiovisual cubano con una visión más amplia, en tanto que esta producción realizada en España fue hecha por un nacido en la isla y aborda a una personalidad de la cultura cubana.
El documental es un acercamiento a la personalidad de Germán (Hermán) Puig (1928-2021), artista visual reconocido internacionalmente por su trabajo fotográfico, especialmente en la temática de los desnudos; pero que es, además, un exponente de la generación que tuvo un protagonismo importante en los intentos de fomentar una cinematografía nacional durante la década de los cincuenta del siglo pasado.
Su director Carlos González Arenal (1970) estudió en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Eictv) y desde 1995 vive en España, donde se ha desempeñado como técnico de iluminación, fotógrafo, director de fotografía en cine, televisión y publicidad.
El primer logro de su texto fílmico es mostrarnos el encuentro de dos generaciones de emigrados distantes en el tiempo; pero unidos por pasiones comunes: el cine y la fotografía. Unión que nos brinda la reconstrucción, a través de la memoria, de un fragmento de los esfuerzos por conseguir una promoción del mejor cine en Cuba desde la perspectiva de Puig; y la producción de una pos-memoria sobre esa época de la vida cultural cubana, por parte de su joven director y guionista.
Retrato de un joven cambiante con 92 años
El encuentro entre ambos sujetos no fue todo lo directo y fraternal que podría esperarse. De la personalidad fuerte de Puig y de cómo se hizo este documental, Carlos Arenal ya contó al respecto en una entrevista ofrecida a Hypermedia Magazine.
Germán Puig se nos presenta, visualmente, en blanco y negro, en un solo plano, sentado con un habano en la mano. Durante los casi 55 minutos de duración de la obra, lo escuchamos en un pseudo-monólogo, que transcurre con un tono delicioso, entre desinhibido y nostálgico.
Desde esa composición apenas alterada, nos habla de La Habana de sus tiempos de juventud y sus relaciones con otros contemporáneos, como Ricardo Vigón (1927-1960), Néstor Almendros (1930-1992), Guillermo Cabrera Infante (1929-2005); y de la historia del Cine Club de La Habana, devenido una inconclusa Cinemateca de Cuba en los dos primeros años de los cincuenta. Nos cuenta, además, sus apreciaciones sobre por qué no regresó a Cuba después del parteaguas que significó el triunfo de la Revolución en 1959.
Este recuento se interrumpe de vez en vez, por indicaciones de Puig sobre cómo debe aparecer iluminado en pantal