La edición 17 del Festival Internacional de Cine de Gibara, realizado en agosto del pasado año en esa urbe costera de la provincia de Holguín, en el oriente de Cuba, incluyó en su Selección oficial el documental El peso de la quietud, del joven Manuel Ojeda Hernández.
Pero la premiere mundial había tenido lugar en el Mumbai Shorts International Film Festival, en diciembre de 2022. Y en esa cita realizada en Bombay, la India, se le había concedido el Premio al Mejor Documental.
Desde entonces hasta hoy, el audiovisual de Ojeda Hernández se ha exhibido en el Festival MyFirstDoc de Túnez; en el Festival de Cine Latino de Filadelfia, Estados Unidos; y en el Doker Film Festival, uno de los más importantes certámenes del documental en Rusia.
También logró integrarse a la plataforma online de VdR Film Market, bajo la curaduría y recomendación del estadounidense American Film Market. En el Cine Riviera de La Habana se programó durante las jornadas por el aniversario 65 del Icaic.
Este corto documental “se construyó desde el aprendizaje y la intuición; las ganas de filmar sobre todas las cosas, un pulso, un desvelo ―plantea Ojeda Hernández en entrevista concedida a Altercine―. No existía otro objetivo más importante que el de perseguir ese deseo”. Según sinopsis presentada en Gibara, El peso de la quietud trata:
“Sobre la persistencia de la memoria, la eterna espera en un desvelo y el silencio del olvido. Es una historia que se cuenta a través de un objeto (la silla), un fenómeno que se hace común e invisible ante la rutina de una ciudad que aparenta estar detenida en el tiempo. Sus tímidos rostros se ocultan entre el agitado paisaje habanero. Abandonadas a su suerte, a la intemperie de una de las esquinas de cualquier basurero, a la orilla del muro del Cementerio de Colón o simplemente bajo la sombra de un árbol en las afueras del Teatro Nacional descansan algunas de estas sillas, frágiles e inservibles”.
Testimonios que atesora la memoria de los objetos
De esta manera, Ojeda Hernández, graduado en la Academia de Artes Vicentina de la Torre de Camagüey, hace un contraste con otros objetos como La silla (1943), obra de Wifredo Lam expuesta en el Edificio Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, que resume en sus trazos toda una poética y una visión de lo nacional.
También formado en Dirección de Fotografía en la Facultad de los Medios de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes-Isa, y participante en producciones tan disímiles como Omega 3 (Eduardo del Llano, 2014), Skin (Guy Nattiv, 2018), Yuli (Icíar Bollaín, 2019), The Cuban (Sergio Navarrete, 2019) y La Red Avispa (Olivier Assayas, 2020), Ojeda Hernández declara:
“El proyecto surge por la necesidad de abordar un fenómeno desde mi especialidad de fotógrafo. Pero descubrí que se me hacía cada vez mayor la necesidad de contar una historia y me acerqué al género documental un tanto distanciado de