La Embajada de Francia en Cuba, en el marco de la octava edición del mes de la cultura del país galo, celebra del 10 al 31 de mayo un grupo de actividades referidas al deporte, y los Juegos Olímpicos, previo a la cita de París 2024.
La Alianza Francesa en el Prado capitalino sirvió como sede a la Mesa Panel: Voyage al interior de los Juegos Olímpicos, para conocer interioridades de cómo se viven estas citas.
La mesa fue moderada por Carlos Alberto Hernández Luján, con presencia como periodista deportivo en Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. En representación de Francia estuvo el ex luchador Patrice Mourier, campeón mundial en 1987, quien compitió en las justas de Los Ángeles 1984, Seúl 1988 y Barcelona 1992, y asistió como entrenador a varios Juegos Olímpicos hasta Río de Janeiro 2016.
La presencia de deportistas cubanos estuvo garantizada con Wilber Sánchez, bronce en la división de 48 kilogramos en la lucha grecorromana en Barcelona 1992 y quinto lugar en Atlanta 1996, así como el ex voleibolista Alain Roca, participante con la selección antillana en la justa del centenario y en Sidney 2000.
¿Cómo se viven los Juegos desde dentro? ¿Qué resulta lo más llamativo para los atletas? ¿El manejo de la presión? ¿Cuáles han sido los mejores Juegos Olímpicos? ¿Cómo es posible manejar el fracaso? De todo se habló en una tarde llena de confesiones, que contó con la presencia del embajador francés en Cuba, el Excmo Sr. Lauren Burin Des Roziers. Bon Voyage…
Para Mourier sus Juegos eran los de Seúl 1988, porque llegaba con el precedente del título mundial el año anterior: “El país está atento a ti porque eres campeón mundial. Hay que saber manejar esa presión, y sacrificarte duro por lo que quieres. Pero, en la segunda pelea me fracturé dos costillas y se acabó el sueño. En Barcelona 1992 perdí con el cubano Willian Lara, y sabía que la posibilidad de la medalla olímpica se había ido”.
Wilber Sánchez es el único medallista olímpico de los tres. Clasificó a la cita de Seúl en 1988, pero Cuba declinó su participación, y tuvo que esperar cuatro años para su debut olímpico.
“Fue un momento emocionalmente muy esperado por mí, porque la división de los 48 kilogramos exige mucho sacrificio con el peso. Había competido con la mayoría de los luchadores y venía con buenos resultados desde los juveniles, cuando fui subcampeón mundial de la categoría en 1987. Sin embargo, en ese momento no valoras tanto la medalla porque querías más. Cuando vez que los que no ganaron preseas se emocionaban con su diploma olímpico, es cuando le das valor a lo que hiciste”, relató.
Alain Roca llegó con solo 19 años a su primera experiencia olí