El 13 de marzo de 2024, Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas, anunció que el Gobierno cubano instalará 92 parques solares fotovoltaicos que se espera produzcan 2 000 megavoltios de potencia para 2028. «Hemos apostado por salir de la crisis con recursos propios, a pesar de la situación energética que enfrenta el país», dijo.
Nueve días después, precisó la planificación del Gobierno en el programa Desde la presidencia. De acuerdo con Vicente de la O, en el plazo de un año y un mes se pueden esperar 1 000 MW y dijo: «Este mes empiezan a embarcar los primeros 200 contenedores. Empieza un movimiento grande, como el que se hizo en la revolución energética, 1 000 MW son 46 parques fotovoltaicos que estarán repartidos entre las distintas provincias, lo que promedia tres parques fotovoltaicos de 21 MW cada uno. Está concebida la logística, la transportación y el andamiaje que lleva el proceso inversionista».
El 21 de junio de 2014, el Consejo de Ministros aprobó la política sobre Desarrollo Prospectivo de las Fuentes Renovables y el Uso Eficiente de la Energía y el compromiso fue llegar al 24 % para 2030 de generación de electricidad con esta tecnología. En el documento, el Gobierno cubano también se comprometió a no incrementar la dependencia de importaciones de combustibles y a reducir el costo de 21.1 centavos de dólar de la energía que entrega el Sistema Eléctrico Nacional a 17.7 centavos de dólar. A finales de 2021, la Unión Eléctrica (UNE) actualizó el programa y amplió el compromiso a 37 % de la generación de electricidad con fuentes renovables para 2030, con la aspiración futura de llegar al 100 %.
A pesar del consenso de producir electricidad con fuentes renovables y de los documentos aprobados, en la práctica poco se ha logrado en diez años. Rosell Guerra, director de Energías Renovables del ministerio de Energía y Minas, reconoció a la agencia extranjera Inter Press Service en febrero de 2022 que la implementación de la política estaba atrasada.
En 2014, Cuba contaba con un 4.3 % de producción de electricidad con energías renovables. La apuesta fundamental, entonces, estaba en la biomasa. En diciembre de 2016, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) Raúl Castro dijo: «Sin renunciar al incremento de la producción nacional de petróleo, para lo cual también se necesitan inversiones, debemos acelerar el desarrollo de las fuentes renovables de energía, que actualmente solo significan un 4.65 % de la generación de electricidad. Condiciones para ello tenemos más que suficientes en las energías solar o fotovoltaica, eólica y la biomasa». Hasta 2024, el crecimiento no ha ido más allá de un 0.4 %.
Aunque el objetivo del Gobierno de migrar al uso de energías limpias es loable, no es la primera vez que las autoridades cubanas hacen promesas de soluciones para el problema de la generación de electricidad a largo plazo sin una estrategia factible de desarrollo. La transición que propone el Gobierno es costosa, y no queda claro con qué recursos se costearía.
Promesas anteriores
La instalación de 2 000 MW de energía fotovoltaica para 2028 se presenta de salvación a la crisis actual después de que el Gobierno experimentara con otras estrategias que también prometían solucionar definitivamente el problema.
La primera gran promesa fue la revolución energética encabezada por Fidel Castro que presentó los grupos electrógenos como la mejor estrategia.
En un discurso pronunciado el 17 de enero de 2006, Castro aseguró que un estudio profundo de la situación y de las experiencias del enfrentamiento a fuertes huracanes llevaron a nuevas concepciones para desarrollar un sistema electro energético nacional más eficiente y seguro.
«El sistema de las termoeléctricas será sustituido paulatinamente por la nueva generación de motores, incluidos los de ciclo combinado, y se le dedican los recursos mínimos necesarios para mantener la disponibilidad de las unidades más eficientes. Otras unidades serán conservadas y estarán listas para trabajar cuando el sistema lo requiera, en tanto transcurra la primera fase de la transformación del actual sistema», sostenía Fidel Castro en ese entonces.
Hoy, los grupos electrógenos son difíciles de mantener y resultan muy costosos por el alto consumo de combustible que demandan.
La otra gran promesa fueron las patanas turcas con capacidad de generación inmediata. El ministro Vicente de la O Levy defendió en febrero de 2023: «en el medio de la crisis que estamos viviendo, fue el mejor negocio que se hizo». Además, aseguró que «este tipo de embarcaciones con tecnología energética permiten dar mantenimiento a otras centrales termoeléctricas, contribuyen a incrementar la reserva nacional y sustituyen el uso de diésel, uno de los combustibles más caros en la generación» debido a que consumen fuel oil.
Aunque no se conoce el costo que suponen las patanas para el país, se conoce que el contrato es por 17 años y en la actual crisis han tenido que parar por falta de combustible.
Las alternativas que se han presentado para disminuir el protagonismo de la generación térmica han sido la generación distribuida (grupos electrógenos) y la generación móvil (patanas). El problema es