Foto: Archivo.
Por: Clara Luz Domínguez Amorín.
Este día, al igual que todos, brilla la ternura de un abrazo materno; las madres son como rosas en plena floración, desplegando pétalos de amor incondicional que perfuman cada rincón de nuestras vidas.
Son el faro que guía a los barcos errantes en la noche más oscura, la brújula que señala el norte cuando los mapas se vuelven indescifrables. En su mirada, encontramos el reflejo de la sabiduría más antigua, y en su sonrisa, la promesa de un mañana sereno.
Como las olas que acarician incansablemente la orilla, así es el amor de una madre, constante y eterno, un ciclo sin fin de cuidado y devoción. Sus palabras son como la brisa que suaviza el