De la victoria del Perugia en la Super Liga Italiana de voleibol, queda la imagen de Wilfredo León levantándose por última vez en canchas de la península por la zona 4, la de Simone Gianelli celebrando con sus compañeros el trofeo de MVP de la final, la del veterano atacador central Sebastián Solé con una bandera argentina a la cintura, la de su compañero Roberto Russo con un sombrero de bufón con los colores nacionales; pero, sobre todo, queda la del cubano Jesús Herrera llorando. Lágrima viva sobre el taraflex de Monza. Una alegría raramente inconsolable, la de un hombre que poco más de cinco años atrás estaba descartado como voleibolista y ahora ganaba el máximo campeonato de clubes del mundo.
Era la descompresión de una temporada complicada y a la vez radiante para el opuesto: relegado al banco casi toda la campaña por el tunecino Ben Tara, ni siquiera primera opción de cambio en el saque a pesar de su potente servicio (el auxiliar Tim Held es quien tenía la tarea en el plantel), y con algunas molestias físicas.
A pesar de todo, o cargando todo eso a sus espaldas, entró en el segundo set del encuentro decisivo de la final, cuando la ofensiva del Perugia no respondía, y así se mantuvo aportando al triunfo hasta el punto definitivo. Un dolor en la rodilla lo había sacado momentáneamente del choque. Por un dolor en su rodilla izquierda, el DT de Cuba Jesús Cruz había anunciado en conferencia de prensa que Herrera solicitaba ausentarse las primeras dos semanas de la Liga de Naciones de Voleibol (VNL por sus siglas en inglés), el evento donde la selección nacional se juega su clasificación olímpica, donde cada set ganado cuenta porque la lucha es por puntos en el ranking.
¿Será lo ocurrido en la final de la Liga Italiana una señal de esperanza? Por lo pronto, en Cuba el único sonido que se escucha es el de alarma. Al arma principal en la ofensiva de la escuadra se le perderá cuándo tendremos enfrentamientos con rivales directos en la batalla olímpica como Canadá, Países Bajos e Italia. Lo peor es que, además de Herrera, han perdido a sus dos últimos repuestos: Alejandro Ragnar Rodríguez por una rotura del tendón de Aquiles durante la final de la liga de Republica Checa, y a Miguel David Gutiérrez por no haberse recuperado del esguince de tobillo que hace meses padece con su equipo en Turquía.
A Michael Sánchez habrá que encomendarse, al menos de inicio. Quince años después de pedir la baja de la selección nacional cuando era –antes de fracturarse una vértebra de la espalda– el opuesto y líder ofensivo del equipo en las Ligas Mundiales de 2006 a 2008, volverá “El Ruso”, que nació en Ucrania, a tener que ser pieza clave en ataque.
“Todo se va, todo vuelve a pasar, por el tiempo que nos señalan, para ver que al final del viaje todo vuelve para comenzar”, puede