Foto: Roberto Morejón / JIT.
21 / abril / 2024
La 63 Serie Nacional de Béisbol sigue dejando páginas oscuras cuando el campeonato ni siquiera llega a la mitad. Esta semana, dos agresiones físicas a árbitros nacionales empañaron aún más el panorama de la pelota cubana, entre la violencia y los errores habituales.
El fanatismo llevado al extremo puede ocasionar desequilibrios. Cree el «aldeano vanidoso» que los árbitros quieren perjudicar a su equipo de turno. Los extremistas del deporte no saben de errores humanos o no quieren creer en ellos, siempre apuestan por la «mano maligna» que los quiere afectar.
Así anda el fanatismo en los estadios cubanos. Cuando no es un seguidor, es un pelotero el que provoca la agresión.
El fin de semana pasado, el receptor pinareño Yasiel Ajete cumplió una expulsión de tres partidos por amenazar con un bate al árbitro de home Misael Cala en un choque contra los Cachorros de Holguín.
El designado protestó los conteos del principal y cuando este lo ponchó sin tirarle a la bola, la tomó con el árbitro y lo amenazó varias veces con el madero.
Otra historia triste de violencia en un estadio nacional frente a un público diverso en el que suele haber varios menores.
Obvio que no está bien lo que hizo el atleta y se debiera ser más estricto que tres partidos sin jugar de sanción. Sabemos que la historia se puede ir de las manos y días después en el «Victoria de Girón» de Matanzas llegó la tapa al pomo cuando un fanático se coló en el vestuario de los árbitros a recriminarles una jugada.
¿Cómo terminó la discusión? En un lamentable ring de boxeo, que puede tener implicaciones legales.
«Tampoco es admisible ir al cuarto de los árbitros a provocarlos con insultos como hizo un aficionado (…), mal de ambas partes», señaló el periodista oficialista J