SANTA CLARA, Cuba. – Poco tiempo antes de fallecer, a tan veterana edad como son los 101 años, Sindo Garay accedió a contar minuciosamente todas sus memorias a la investigadora y cantante lírica Carmela de León, a quien también le solicitó que anduviera rápido, antes que se le “descompusiera la chocolatera”.
En un desdoble testimonial nombrado por la autora como Memorias de un trovador, el que fuera considerado como el bardo más longevo de la historia, dejó claro que el libro serviría para que los cubanos conocieran no solo su grandeza, sino todo lo que luchó para ganarse el sustento, así como la envidia que tuvo que enfrentar por parte de sus coetáneos.
Antonio Gumersindo Garay García nació en Santiago de Cuba el 12 de abril de 1867 en una familia que él mismo calificara como de “muertos de hambre” en la que nunca faltó, sin embargo, el sonido de una guitarra. De niño apenas pudo aprender a leer y a escribir a su debido tiempo por dedicarse al arte circense, uno de sus primeros trabajos, que le acompañaría y alimentaría buena parte de su vida. “La gente se asombraba cuando me veía tan chiquito allá arriba haciendo aventurados balanceos en el aire”, contó él mismo a Carmela de León.
La primera vez que tomó una guitarra en sus manos fue nada más y nada menos que la que pertenecía al trovador Pepe Sánchez, autor del primer bolero conocido y uno de los cantores que visitaban su casa con asiduidad. “Con mucha timidez, me puse a imitar lo que le veía hacer”, describe en sus memorias. “Mi mamá me reprendió duramente (…). ¡Quién me iba a decir a mí en aquel momento que 100 años después le iban a poner mi nombre a una fábrica de guitarras cubanas!”.
Con el propio Pepe Sánchez, que se convirtió de inmediato en su maestro, Sindo formó un dúo que duró muy poco, pero que le permitió ingresar a los principales escenarios del Oriente y a componer sus primeros temas, posteriormente considerados como obras maestras de lirismo extraordinario, teniendo en cuenta sus escasos estudios.
Sobre Sindo Garay existen disímiles anécdotas ciertamente extravagantes, como el hecho de que cruzó a nado la bahía de Santiago en 14 ocasiones para llevar documentos insurreccionales en vejigas impermeables enrolladas a su cintura. Debido a que las autoridades españolas cono