Intentar dar sentido a la política estadounidense hacia Cuba es como intentar dar sentido a una obra en el teatro del absurdo. Las justificaciones ofrecidas por los defensores de la política no tienen sentido, y cuando tratan de explicarlas, suenan como personajes de una obra de Ionesco. Las recientes propuestas legislativas de los miembros cubanoamericanos de la Cámara de Representantes son un buen ejemplo.
El representante Mario Díaz-Balart (republicano de Florida), presidente del Subcomité de Asignaciones para Operaciones Exteriores, y la representante María Elvira Salazar (republicana de Florida), presidenta del Subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes para el Hemisferio Occidental, propusieron recientemente nuevas sanciones de bloqueo, sobre la infundada designación de Cuba como patrocinador del terrorismo internacional, bloqueando la ayuda al sector privado cubano porque alegan que no existe y castigan a los países que acogen misiones médicas cubanas por practicar la «esclavitud moderna». Las dos últimas propuestas se convirtieron en ley, en la ley general de apropiaciones aprobada el mes pasado para evitar un cierre del gobierno.
Cuba figura en la lista de países terroristas del Departamento de Estado, a pesar de que el último Informe por Países sobre Terrorismo del Departamento no presenta evidencias de que La Habana participe en terrorismo internacional. En él se cita la acogida por parte de Cuba de fugitivos estadounidenses que cometieron delitos por motivos políticos en Estados Unidos hace más de 40 años. Mientras tanto, Estados Unidos albergó durante años a conocidos exiliados cubanos como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, culpables de innumerables atentados terroristas contra Cuba, entre ellos el atentado con bomba en un vuelo de una aerolínea cubana, en el que murieron las 73 personas que viajaban a bordo, y el atentado con bomba contra hoteles turísticos de La Habana.
Estados Unidos albergó durante años a conocidos exiliados cubanos como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, culpables de innumerables atentados terroristas contra Cuba.
A principios de la administración Biden, la Casa Blanca dijo que estaba «comprometida con revisar cuidadosamente» la designación de Cuba, y en octubre de 2022, el Secretario de Estado, Antony Blinken, dijo al Presidente de Colombia, Gustavo Petro: «Continuaremos, según sea necesario, revisándolos para ver si Cuba sigue mereciendo esa designación». Pero solo cinco meses después, dijo al Congreso: «No tenemos previsto eliminarlos de la lista». El Subsecretario de Estado Adjunto, Eric Jacobstein, dijo a un grupo de legisladores demócratas que, contrario a lo que se les había dicho anteriormente, no se estaba revisando la designación de Cuba.
Al preguntársele en una rueda de prensa en 2023 por qué Cuba seguía en la lista de países terroristas, un portavoz del Departamento de Estado respondió que se debía al «largo historial de atroces abusos de los derechos humanos, supresión de la prensa libre y supresión de la sociedad civil», —algo que n