Hay en Cuba un esposo al que se le ha caído el cabello por el estrés y unos hijos que dejaron de ser los primeros expedientes de su preuniversitario. Hay además un hijo padeciendo una fuerte gastritis estomacal por la tensión, y una niña a la que llevaron al psicólogo para que le explicara por qué ya su mamá no estaba todos los días en casa. Hay una madre anciana que no ve el momento en que su hija y su esposo estén de vuelta. Hay unos padres que murieron de tristeza. Hay una abuela que se hizo cargo de su nieta y se hará cargo de un bebé que probablemente pase su primer año de vida en prisión.
Esa es hoy la situación de las familias de varias mujeres cubanas que permanecen en la cárcel desde que participaran en las protestas políticas del 11 y 12 de julio de 2021, cuando miles de ciudadanos salieron a las calles cansados de la escasez de alimentos, en medio de una crisis sanitaria agravada por la pandemia de coronavirus y gritando a coro la palabra “Libertad”. Luego de que el pueblo se uniera en estas protestas inéditas, nunca vistas en el país desde la llegada de la Revolución al poder, el presidente Miguel Díaz-Canel convocó a sus aliados a hacer frente a los manifestantes. “La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios” fue la frase que, pronunciada en la televisión nacional, significó casi una orden de combate y desató la represión de las fuerzas poli