SANTA CLARA, Cuba. – Las filas se alargan frente a las panaderías de Santa Clara desde la mañana hasta entrada la noche, e incluso horas antes de que despunte el día. La escasez de harina para elaborar el pan normado condiciona que cientos de familias dependan mayormente de la oferta de los particulares para garantizar, sobre todo, los desayunos y meriendas de los escolares.
Debido a la “contingencia”, desde principios de marzo en esta provincia, las autoridades tomaron la medida paliativa de entregar el pan correspondiente a la canasta básica solo a embarazadas y menores de 14 años. Esta semana y, a raíz de la llegada de un surtido de harina al país, volvió a venderse para toda la población, con frecuencia alterna, un día sí y el otro no.
Un reporte reciente de la emisora CMHW, de Villa Clara, confirma que hubo “un discreto incremento en los suministros de harina de trigo” para la provincia, pero reconoce que aún no se dispone de la materia prima suficiente, la cual arriba desde el molino ubicado en Cienfuegos, para lograr una estabilidad con la entrega del producto normado en los 13 municipios.
Además, el reporte indica que la elaboración del pan para llevarlo a tiempo a las bodegas también depende de los apagones programados y que se continuará optando por “el uso de extensores”, como la calabaza o el boniato. Según explica el directivo entrevistado por el medio, otra parte se suplirá con la harina adquirida mediante las “formas de gestión no estatal”, la cual resulta mucho más cara por ser importada.
Cifras oficiales aseguran que Cuba necesita 700 toneladas de harina solo para la canasta familiar normada. Sin embargo, de sobra es sabido que ese “pan de la libreta”, de cuestionable calidad y bajo gramaje, apenas alcanza para suplir una de las comidas de cualquier menor.
“Llego a mi trabajo a las 8:00 y tengo que pedir permiso para irme a la cola de la panadería particular, que también amanece repleta de gente”, describe Yanela Méndez, madre santaclareña que trabaja con el Estado. “A veces paso dos horas sentada en la acera hasta que me toca comprar y esto es cosa de casi todos los días, hasta los fines de semana. Ese pan se guarda para la merienda del niño, nosotros no lo tocamos”.