Casualidades históricas: el presbítero Félix Varela y Morales murió el 25 de febrero de 1853. El 24 de febrero de 1895 comenzó la Guerra de Independencia, en la que fue herido de muerte en combate su organizador, José Martí, quien había cumplido en enero 42 años, los transcurridos desde el deceso del Padre Fundador y el inicio de una nueva etapa de enfrentamiento bélico contra el colonialismo español.
En quienes alentaron y participaron en esta, como en los Hombres del 68, se hallaban presentes, en lo esencial y trascendente, las ideas varelianas, transmitidas de una a otra generación de pensadores y hombres de acción.
La denominación con la que más se le conoce se basa en las características de quienes son considerados como precursores, entre las que se encuentra la capacidad para anticipar, con sus ideas y propuestas de actuación, las perspectivas de evolución de la sociedad, así como prever sus consecuencias. Varela fue el primero entre los iniciadores del pensamiento cubano en convencerse de la imposibilidad de que España accediera a demanda alguna de los criollos, por lo que formuló una concepción emancipadora cuyo principio esencial era la necesidad de la emancipación del pensamiento, paso inicial para formar los ciudadanos que hicieran posible la liberación de la patria.
Fue el primero, además, en concebir la unidad de independencia y abolición, de modo que pudiera lograrse el vínculo pacífico de los elementos diversos que poblaban la Isla, cuyas clases populares poseían aptitudes para ocupar un lugar fundamental en la consecución de los intereses propios, en conjunción con los de la sociedad.[1]
Sin embargo, constituiría un error pretender que el radicalismo del ideario vareliano tiene un signo de igualdad con el de quienes vivieron en condiciones diferentes, en las décadas de los sesenta a noventa del siglo XIX. Las circunstancias históricas fueron diferentes, como es obvio, lo que incidió en la estrategia y la táctica empleadas. Al analizar el pensar y el actuar de Varela debe tenerse siempre presente que fue un sacerdote católico que en ninguna ocasión hizo dejación de su fe ni de sus principios cristianos, lo que constituye un aspecto fundamental en el análisis de la realidad contemporánea, cuando algunos pretenden llevar a cabo proselitismo político en nombre de la religión. Encabezó el pensamiento independentista, y como sacerdote aspiró a que los creyentes cumplieran fielmente sus preceptos.
Al analizar el pensar y el actuar de Varela debe tenerse siempre presente que fue un sacerdote católico que en ninguna ocasión hizo dejación de su fe.
Varela sustentaba sus concepciones políticas en la ética cristiana, aunque no fueran compartidas por la alta jerarquía católica, que brindaba su apoyo al gobierno colonial. Concebía «que el Cristianismo y la libertad son inseparables; y que esta, cuando se halla perseguida, sólo encuentra refugio en los templos del Dios de los cristianos». Líneas más adelante afirmaba «que el Cristianismo es irreconciliable con la tiranía y que toda sociedad verdaderamente cristiana es verdaderamente libre».[2]
Sostuvo el criterio sobre la no injerencia de la religión en los asuntos de la política: «en el momento en que se haga religiosa una cuestión puramente política, todo se pierde, y para todos», y consideró una iniquidad hacer «uso de la religión como instrumento de la política». Afirmó: «La fuerza es el apoyo de la tiranía, y la religión no puede servirla de pretexto, sino experimentando ella misma el mayor de los ultrajes» (FV: Obras, t. II, p. 180, 80 y 181).[3] Consecuentemente aplicado, estas ideas constituían una condena al apoyo que brindaba la alta jerarquía católica al régimen colonial español en la Isla, con olvido y negación de sus funciones cristianas y humanistas.
Dichos principios guiaron su trayectoria en todos los ámbitos que ocuparon su atención, durante su etapa de estudiante en el Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, posteriormente al asumir las clases de Filosofía y al frente de la Cátedra de Constitución, en el Seminario. En estas labores se destacó por su capacidad innovadora en las múltiples manifestaciones de su actividad docente y política. Opuso al despotismo sus concepciones liberales, constitucionalistas, en medio de la pugna entre las corrientes renovadoras y el pensamiento escolástico justificador del inmovilismo, de la perpetuación de lo ex