—Pipo, ayer nos quejábamos de que el pasado 14 de febrero fue el Día de los Enamorados más triste desde que estamos juntos. Hoy me puse a leer la prensa y te aseguro que no es tan así, que la cosa estriba en que tenemos que encontrar una conexión más intensa con la realidad.
—¿Conexión intensa? ¿Olvidaste las seis horas de apagón?
—Comer con velas fue romántico.
—Comernos las velas lo hubiera sido más. Dado lo restringido del menú, poco faltó para ello.
—Se hizo un esfuerzo tremendo para que cada enamorado tuviera su muslo de ave junto al arroz que se descarga en los puertos, pero todo vino a complicarse por esos desalmados que se facharon las 133 toneladas de pollo.
—Es el amor. Demasiada gente llamando a sus parejas y haciendo planes para el miércoles. No se dieron cuenta de la cantidad de camiones que salían de ese almacén.
—Eres muy injusto si insinúas que los dirigentes por ahí para arriba son cómplices del robo y no velan por que cosas así no acontezcan. Ellos dedican muchas horas para asegurarnos una cena de enamorados que no fructifica porque los de abajo no trabajan, y no se conectan, como tú dices, a otra cosa que no sea el celular.
—Tú entre ellos. No sé qué habrás leído como para asegurar que vivimos ajenos al momento histórico. El único suceso tangible del que me enteré en el Día del Amor y la Amistad fue el restablecimiento de relaciones con Corea. Triunfó la amistad con los del Sur a contrapelo del amor q