MADRID, España.- El 10 de febrero de 1962 marcó un antes y un después en la historia deportiva de Cuba: el Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER) tomó la decisión de poner fin al deporte profesional en la Isla. Esta medida, presentada bajo la presunta premisa de evitar la comercialización del deporte y prevenir que “unos pocos se enriquecieran a costa del mayor número”, tuvo profundas repercusiones que marcaron el destino de los atletas cubanos y el panorama deportivo nacional.
A partir de este decreto, los talentosos atletas, que anteriormente habían competido como profesionales en diversas disciplinas, se vieron obligados a adoptar el estatus de aficionados. El INDER, establecido apenas un año antes, asumió el control absoluto sobre la gestión, desarrollo y actividades de los deportistas en el país. No solo monopolizó el trabajo de los atletas, sino que también se convirtió en la única entidad autorizada para dirigir las competiciones y actividades deportivas, incluso limitando la participación en ligas profesionales extranjeras.
Durante los años