LA HABANA, Cuba.- Conocí a Tania Díaz Castro en 1990, en la librería Abel Santamaría, donde yo trabajaba. Ella iba a las subastas de libros que yo realizaba en esa época y conversábamos. Pero de ella solo sabía que escribía poesía.
Un día, Tania me invitó a su domicilio. Por entonces vivía, con sus perros y gatos, en la calle Escobar, en un tercer piso. Allí comenzó nuestra amistad que duró más de 30 años.
Mis visitas se hicieron frecuentes, y un día se sinceró conmigo y me contó que había sido periodista en la revista Bohemia; que desencantada de la revolución, en 1976, había sido junto a Boffil, Reinaldo Bragado, Rolando Cartaya y otros, una de las fundadoras del Comité Cubano de Derechos Humanos, que radicaba en su casa; que por esa razón había estado presa en Villa Marista y que sometida a torturas sicológicas y largos interrogatorios, se había visto obligada a retractarse públicamente porque la chantajearon al amenazarla con represalias contra sus dos hijas.
Varios años después, cuando ya se había incorporado al periodismo independiente, Tania, que frecuentemente cambiaba de domicilio, me pidió que retratara la casa donde había vivido en la calle Lealtad entre San Miguel y San Rafael, en Centro Habana, que fue donde se creó y radicó el Comité Cubano de Derechos Humanos, porque estaba escribiendo sobre el tema.
Fue gracias a Tania, alrededor del año 2010, que comencé a colaborar en CubaNet. En aquel momento yo escribía para Primavera Digital, que dirigía Juan González Febles, y donde también estaban Luis Cino, José Antonio Fonaris y Rogelio Fabio Hurtado, mi fallecido amigo poeta que fue quien me introdujo en el periodismo independiente.
Culta y memoriosa, las conversaciones con Tania eran un gran placer. Y leerla también.