LA HABANA, Cuba. – Nada extraordinario justificaba el ascenso del ingeniero en Explotación del Transporte Alejandro Gil a ministro de Economía en julio de 2018, así como nada parece justificar este repentino “movimiento de cuadros” semejante a un movimiento telúrico. Su caída (y la de los otros) ni siquiera es consecuencia de las palabras de Raúl Castro este 1ro. de enero cuando ya anunciaba casi hacia el final de su discurso —como si se le hubiese ocurrido en ese preciso instante— las sacudidas de ahora.
Ya eso venía andando, y no porque algunos cercanos digan que ya en sus últimos días en el cargo, a Gil se le vio mucho más “contestón” en las reuniones a puertas cerradas, mucho más a la defensiva, así como pasó —salvando las distancias— con el finado Iroel Sánchez (también otro ingeniero de la CUJAE) antes de ser removido del Instituto Cubano del Libro luego de la última y definitiva pelea con Abel Prieto en el Ministerio de Cultura.
Así pasó con Roberto Robaina y, muy anteriormente, con Marcos Portal en sus respectivos ministerios y en sus días finales, y casi que ha pasado con todos los “defenestrados” cuando con el tiempo olvidan su verdadero papel en una obra de la cual apenas conocen el bocadillo que deben decir pero no el guion completo.
No obstante, la “boconería” es apenas el clavo de donde agarrarse cuando llega la hora de hacer “movimientos de cuadros”, y quizás por eso con toda mala intención es fomentada por los propios verdugos. Y Gil ya estaba un tanto fuera de la “gran escena”, demasiado guapetón.
Nada justificaba ni siquiera las “responsabilidades” de Gil en sus tiempos del Ministerio de Finanzas, pero allí estuvo literalmente desempeñando su papel, como lo estuviera alguna vez el ingeniero Felipe Pérez Roque en el MINREX, y el guajiro general Guillermo García Frías en el MITRANS, y así una lista interminable de “cuadros” improvisados que, como alguien dijera hace poco, más bien deberían llamarse “círculos” en tanto es la figura geométrica que más los representaría en relación con la figura corporal.
Pero lo hubiese anunciado o no el verdadero dueño de los caballitos en su discurso del 1ro. de enero, las destituciones ya venían en camino, ante todo porque es el único recurso —aunque ya gastado— que les queda a los comunistas para aparentar que se disponen a arreglar las