La recreación de la vida y obra de José Martí Pérez en la cinematografía nacional ha sido escasa en los largometrajes de ficción.
Durante la etapa del cine silente nadie se acercó a la figura martiana. Ni siquiera lo hizo Enrique Díaz Quesada, principal director cubano de este periodo y quien abordó las luchas independentistas en su filmografía.
Varios estudiosos plantean como razones la inestabilidad de la industria cinematográfica en el país durante sus primeros sesenta años. Pero, sobre todo, la mitificación de su figura martiana como símbolo de los ideales más puros, que lo hacía incómodo a la hora de recrear su trayectoria vital.
Lo cierto es que, en el campo de la ficción, su obra y personalidad ha sido abordada solamente en cuatro largometrajes: La que se murió de amor o Martí en Guatemala (Jean Angelo, 1945.), La rosa blanca. Momentos de la vida de José Martí (Emilio “El Indio” Fernández, 1954), Páginas del diario de José Martí (José Massip, 1971) y José Martí, el ojo del canario (Fernando Pérez, 2010).
El objetivo de este trabajo es acercarse brevemente a la representación audiovisual de Martí, corporeizado en un actor que le dio vida en la pantalla. Componente problematizado debido a la inconformidad frente a su caracterización psico-fenotípica, determinada por los estereotipos en la producción de su imagen.
Apuntes a la formación del imaginario martiano
José Martí vivió una buena parte de su vida fuera de Cuba; por lo tanto, el conocimiento de la población nacional sobre su existencia y obra patriótica estaba limitada a la mención que sobre él se hiciera en los diarios circulantes en la isla, donde pudo aparecer alguna foto suya. Por lo tanto, solo fue una imagen, una palabra, para la mayoría de sus coterráneos del siglo XIX.
El primer busto martiano se presentó en octubre de 1895 en la Casa de la Ópera de Lexington, Nueva York, como homenaje póstumo de la emigración cubana en esa ciudad.
Su primera representación pública fue la estatua del Parque Central en La Habana, inaugurada el 24 de febrero de 1905. Ella consagra la representación de su imagen; es decir, el hombre adulto, transformado en orador, con lo cual se convertía en Mesías, en Apóstol.
Posteriormente, su efigie se multiplicó en plazas y parques a lo largo del país. Siempre desde el Martí maduro, coincidente con el organizador de la guerra que vino a Cuba a ofrecer su vida.
La primera iconografía martiana impresa se compila en 1925, vigente hasta la realizada por Gonzalo de Quesada, centrada en las imágenes y retratos de Martí en vida. Todos hechos en el extranjero.
Primer atrevimiento y fracaso
Fue La que se murió de amor el primer largometraje cubano que se atrevió a poner en la pantalla su figura de forma ficcionada.
Como su título indica, el argumento gira alrededor del encuentro entre el cubano y la joven guatemalteca María García Granados durante su estancia en ese país centroamericano, del cual salió uno de sus poemas más sentidos y bellos: “La niña de Guatemala”.
El rodaje del filme se inició en 1942. Al principio, todo parecía anunciar un rot