VILLA CLARA, Cuba. — Bajo la poca sombra que ofrecen los portales frente al populoso parque Vidal de Santa Clara, un rosario de personas intenta moverse en vano hacia el trayecto que abarca la zona de las terminales de ómnibus y hasta el reparto José Martí. Todos ellos esperan por un curioso e insólito medio de transporte: el pequeño tren sin rieles que desde hace meses cubre una de las rutas más transitadas de la ciudad.
Son poco más de las ocho y ya el sol es bastante despiadado con los que aguardan pacientemente por alguna guagua o chofer misericordioso que les resuelva la movilidad. Normalmente, existen dos filas en el lugar: una para los ómnibus —muy escasos y esporádicos— y otra para las motonetas, que cobran treinta pesos por pasajero sin importar si este se baja dos cuadras más adelante o a mitad de camino.
En la última semana, transportarse por una ciudad que ha crecido hacia las afueras está siendo sumo difícil, sobre todo en horario pico. Muchos de los cuentapropistas que operan en el centro se niegan a recoger pasaje alegando que no les conviene lo que deben cobrar, en correspondencia con el alto costo del combustible. Para cualquier trabajador resulta imposible desembolsar 500 pesos o más para alquilarse con los llamados motoneteros, por lo que no queda otro remedio que esperar por el trencito.
El arribo a la parada del pequeño vehículo supone que la cola desaparezca. La gente se lanza al abordaje para ocupar un espacio en los dos coches disponibles, pasando, incluso, por encima de los que deben bajarse. Una vez dentro, suspiran aliviados y pagan los diez pesos que cuesta el pasaje.
El tren llama la atención de foráneos y de la propia población, que le hace fotos a su paso y saludan eufóricos a desconocidos durante el trayecto, como si se tratara de un tour por la ciudad y no una solución “coyuntural” a la crisis con el transporte. Hay quienes se toman selfies mientras “disfrutan” de un buen bronceado. La escasez de ómnibus urbanos hace que el tren sea un alivio para miles de personas, “hasta que se rompa una pieza o se lo lleven para un hotel”, se le escucha decir a una señora desconfiada en la cola, porque, según ella, “la felicidad dura poco en casa del pobre”.
Cuando se anunció con bombo y platillo la 38 Edición de la Feria Internacional de Turismo de Cuba, hasta Sagua La Grande trajeron un trencito parecido a este que recorrería el municipio, promocionado como un nuevo destino en la Isla. Este mismo vehículo fue posteriormente trasladado hacia Sancti Spíritus para usarlo con fines similares. También se conoce de la existencia de otros en La Habana y Cienfuegos mediante los cuales se promueven viajes pagados por el casco histórico.
La marca italiana Dotto es una de las más conocidas que fabrica este tipo de trenes con ruedas para parques temáticos. El trencito que recorre Santa Clara es muy similar al modelo Big Boy de esta empresa, aunque no existe referencia de su ingreso al país como compra o donativo. Según explic