Foto: Tomada de La Jiribilla (Archivo)
“Reparan Centro Cultural Félix Varona Sicilia, joya arquitectónica representativa de la modernidad en Cuba”, trascendió en redes sociales. Comentarios que denotan los anhelos, alegría y esperanzas por su restauración.
Declarado como Monumento Nacional en el año 2013 por la Resolución No. 07 de la Comisión Nacional de Monumentos, el inmueble resalta por sus coloridos llamativos y dimensiones asimétricas, en un pueblo donde predominan la actividad agrícola y comercial minorista: Velasco, perteneciente al municipio de Gibara en Holguín.
Ubicada a la entrada de la comunidad, la casa es apreciada y elogiada por visitantes, foráneos y viajeros de pasos, ya sean nacionales o extranjeros. Es símbolo de historia, tradición y cultura.
Historia y arquitectura
Fotos: Tomadas de Internet y cortesía de los entrevistados.
El entusiasmo revolucionario y transformador tras el reciente triunfo del 1ro de Enero, junto al afán de Félix Varona de conducir a Velasco hacia la cultura y educación plena, despertaron el interés en el arquitecto cubano-norteamericano Walter Betancourt, que devino en la creación de este macro proyecto arquitectónico en la década del `60.
Varona, reconocido en el plano nacional, fiel y arraigado promotor del arte, fomentó un amplio movimiento cultural en la comunidad, materializado en la creación del grupo de teatro de aficionados, una biblioteca y varias escuelas para la enseñanza del ballet, artes pláticas y música. Necesitaba, entonces, un gran local donde consolidar la pasión por el arte en los pobladores velasqueños.
Walter Betancourt acudió a su llamado y, sin recibir bonificación ninguna, erigió el inmueble, cuyo espacio principal es el teatro, basado “en los principios constructivos de teatro de la época isabelina, lo que no impide que la sala también pueda usarse como un teatro a la italiana o de enfrentamiento. Tiene capacidad para 425 espectadores. Cuenta con telón y un foso para orquesta; es decir que dispone de espacios que permiten usar la sala de modo polivalente”, explica el periodista Jaime Saruski en su artículo “El castillo encantado de Velasco”, publicado en el Granma en 1988.
“A esto se añaden los camerinos, una sala de ensayos que también se utilizará como sala de ballet o danza, un pequeño salón para conciertos y un anfiteatro al aire libre con capacidad para unas tres mil personas”, continúa explicando Saruski en su artículo.
Adjunto al teatro y salón de danza, se encuentran la glorieta, patio de comedia y locales de administración. El proyecto integral del arquitecto Walter Betancourt era incluso mayor, incluía una biblioteca y escuelas de ballet, música y artes plásticas, imposibles de edificar por la magnitud misma del proyecto. Muchos lo consideraban una obra muy ambiciosa para ese pequeño pueblo.
En la concepción del proyecto, el autor se nutre del Brutalismo, la arquitectura árabe y del Renacimiento. Sobresalen los ladrillos a una cara vista, aunque también se empleó el metal, la madera y la roca en grandes proporciones; la pintura y el repello,