Entre el 14 y el 20 de este mes al menos 78 personas murieron literalmente sofocadas en los norteños estados brasileños de Amazonas y Pará: faltó oxígeno en las unidades de terapia intensiva. Otras casi mil murieron en la región gracias al colapso de los hospitales. Las escenas de médicos tratando desesperadamente de ayudar sus pacientes a respirar coincidieron con la huida de docenas de internados que optaron por morir en casa antes que seguir padeciendo la agonía de ver gente sofocándose a su lado.