Mamá y papá:
Llega una Navidad más y todo a mi alrededor se vuelve fiestas, luces y villancicos. Vendrá otro fin de año, el segundo en el que no estamos juntos. Saben bien que siempre me han encantado estas fechas, armar el árbol, el pesebre, cocinar para todos y preparar los dulces para los días de encuentros con los amigos que hace rato no veo. En España todo se vuelve más hermoso (pues por muchos años nuestra vida fue silenciosa y sencilla), pero a pesar de los turrones y las decoraciones, sin mami y papi las fiestas se tornan incompletas y se convierten en ausencias.
También siento que ustedes son dos más entre miles de padres y abuelos cubanos que han visto partir a sus hijos y nietos sin pasaje de retorno. Miro a mi alrededor y la situación de muchos amigos cubanos exiliados es tan similar que nos da consuelo mutuo. Sé que les da sosiego que yo esté bien y a salvo, pero cómo no pensar en quienes andan cruzando fronteras en la fría geografía de Europa del este y los Balcanes, en quienes se montan desesperados en una lancha para cruzar el cementerio humano llamado estrecho de Florida o en quienes caminan por Centroamérica con destino hacia el norte. Cómo no padecer con quienes han salido en busca de una vida mejor y se han perdido en la selva o con quienes pidieron un mejor país el 11 de julio de 2021 (cuántas veces recuerdo que fui uno de ellos) y todavía hoy siguen presos por motivos políticos.
La conciencia mata a un hijo emigrado cuando va al supermercado a comprar sidras y polvorones. Cuántas veces pienso en q