LA HABANA, Cuba. – A principios de mes, el 4 de diciembre, Cuba vivió una de sus fiestas religiosas más importantes, dedicada a Santa Bárbara. Ese día, la capital cubana amaneció al son de numerosos toques de tambor africano. Los puntos de venta de objetos religiosos estaban repletos de rosas rojas, el mismo color predominaba en las prendas de vestir de la gente.
Es muy difícil poder establecer el origen del sincretismo entre Santa Bárbara y Shangó porque, como proceso marcado por la resistencia de los esclavos ―a quienes se intentaba quitar su cultura e imponerles otra al llegar a Cuba― se desarrolló en el tiempo.
“La asociación de Santa Bárbara, también conocida como la Gran Mártir Bárbara, en la Iglesia Católica Apostólica y Romana con el orisha de origen nigeriano Shangó es un fenómeno exclusivamente sincrético. No existe similitud alguna entre los relatos hagiográficos de Santa Bárbara y Shangó. Tanto desde el punto de vista geográfico, lingüístico y sociológico, se trata de dos entidades provenientes de culturas distintas, con historias bien diferenciadas”, comenta Johan Moya Ramis, licenciado y máster en Teología.
“Sin embargo, el triste hecho histórico de la trata negrera de esclavos a Cuba, en su mayoría de Níger y Benín, hizo que ambas figuras convergieran, fusionándose y formando una síntesis única en la cultura popular cubana. La síntesis religiosa entre Santa Bárbara y Shangó responde a la necesidad urgente de los esclavos de encontrar mecanismos socio-religiosos de adaptación que les sirvieran de elemento de transformación y diálogo con sus creencias espirituales de cara a la religión del amo occidental, de filiación cristiana católica, apostólica y romana”, puntualiza el teólogo.
Para Víctor Manuel Betancourt Estrada, sacerdote de Ifá, este fenómeno social se pierde con el tiempo en la historia. Supone que fue a partir de 1830, momento en que se produce el mayor arribo de yorubas a Cuba a quienes se les impuso el llamado “Código Negro”, que era una cédula de instrucción circular de las Indias sobre la educación, el trato y la ocupación de los esclavos, fechada en Aranjuez, España, el 31 de mayo de 1789.
Es muy difícil establecer con precisión el inicio de este fenómeno. Queda un poco la documentación recogida por algunas parroquias de la época, como señaló en un reportaje para Cubarte el máster en Estudios Socioculturales Yoel Enríquez Menéndez.
“La veneración sincrética a Santa Bárbara/Shangó (…) tiene sus orígenes en un cabildo lucumí ubicado en Leguina [barrio de Güines] que hacia 1860 recibió del párroco de la iglesia local, Tomás Rodríguez Mora, un estandarte con la imagen de Santa Bárbara en papel, cosida a la tela roja. A partir de esa fecha recorría cada 4 de diciembre [el tramo] desde el cabildo hasta la iglesia y regresaba a su sede, donde se hacía una fiesta comunitaria”.
“En 1863, el párroco propone a los miembros del cabildo la compra de una imagen escultórica, para la cual se hace una colecta. La efigie llega a Cuba ese mismo año y es entregada al cabildo. De esta forma, va organizándose una festividad popular que, aún hoy, marca la identidad güinera”, también explica el especialista.
Desde entonces, cada 4 de diciembre se ha hecho tradición en Cuba celebrar a Santa Bárbara/Shangó. En la capital del país, numerosos devotos se dan cita en la iglesia de Santa Bárbara, también conocida como Santuario Nacional, donde se reúnen creyentes católicos y religiosos yorubas, remarcando el sincretismo religioso que no solo se representa en la iglesia, ya que muchos creyentes festejan ese día en casa.
“Se montan los tradicionales altares donde se coloca a Shangó junto con las imágenes de Santa Bárbara, se le dedican cantos, toques, se le ponen unas ofrendas y cada cual lo celebra según sus costumbres particulares, según su casa, según su forma de adorarlo, esto es de forma genérica”, comenta Víctor Manuel Betancou