LA HABANA, Cuba.- Mis respetos para Kid Chocolate, el negrito del Cerro que puso a la Isla en mucho mapa sobre la base de un precioso juego de cintura y un preciso golpeo con ambas manos. Repito: mi admiración está con él (leyenda, pasión, gracia), pero quienes le han dado el trono del boxeo profesional cubano pasan por alto que hubo un hombre que se llamó Kid Gavilán.
Si se tratase solamente de carisma y elegancia, Gavilán tendría poco que hacer en la disputa con el ‘Chócolo’. Pero si la pulseada va de historia y resultados, si la cosa se centra en la hoja de servicios, el que suscribe no tardaría un segundo en darle el voto al memorable peso welter de los años cincuenta.
Su nombre verdadero fue Gerardo González, y en su niñez faltaron los estudios pero nunca el cajón de limpiabotas. Es por eso que un día decidió calzar los guantes, confirmando que “nadie con el estómago lleno sube a un ring para dar y coger golpes”, según reza la vieja enseñanza de Jack Dempsey.
Así, aupado por el hambre y la desesperación, puso su suerte en manos del ingenio corporal, salió a descubrir mundo —primero La Habana, luego Nueva York—, y a la vuelta del tiempo halló tesoros como el cinturón de una de las divisiones más exigentes del boxeo y su inclusión entre los 19 monstruos (Alí, Louis, Marciano, Armstrong, Willie Pepp…) que inauguraron el Hall de la Fama del Boxeo en Canastota.
En la biografía que le escribí, próxima a ver la luz bajo el sello de la Editorial Unos & Otros d