No importa de qué manera llegue al Parque de la Fraternidad con rumbo a mi trabajo cada mañana, él siempre está ahí, con la mirada vuelta hacia la cúpula del Capitolio, cargado de sacos de los que sobresalen latas de cervezas, papeles y pomos plásticos; parece que no se ha movido durante semanas del mismo sitio. A veces menos sucio, a veces con un H. Upmann sin filtro entre los labios, Omar, El Chino para los viandantes, es una de las tantas personas sin hogar que andan por las calles de La Habana y que sobreviven gracias a la caridad de una sociedad que, incluso en crisis, no ha perdido su espíritu solidario.
Desde mediados del 2021 la situación de estas personas (denominadas muchas veces como deambulantes, vagabundos o «buzos») se ha vuelto crítica. Si bien muchos ya permanecían en una situación de vulnerabilidad, hoy se encuentran en un estado crítico debido a la contracción atómica de la economía nacional. Omar es ingeniero —dice a todos los que quieran escucharlo—, cumplió misión militar en Angola durante dos años y a su regreso se dedicó a la docencia. Tuvo un hijo que en 1998 se lanzó al mar en una balsa y nunca dio noticias de su llegada. En el alcohol descarga esa pena y la de su familia, que lo expulsó de su casa y hoy lo obliga a que viva en las calles.
Su caso no es sui géneris; como él existen cientos de hombres y mujeres que erráticamente buscan socorro para sus situaciones, a cada cual más diversa y problemática sin otro hogar —si es que puede llamársele así— que el asfalto a cielo abierto.
Desde el Censo de Población y Viviendas de 2012, no se actualizan las cifras sobre la cantidad de ciudadanos en dicha situación. En esa fecha, se registró que 1 108 personas vivían en las calles: 958 eran hombres y 150 mujeres; 641 tenían entre 16 y 59 años de edad, y 467, de 60 y más años
Ante esta realidad surgen varias preguntas, colocándose como la más inmediata la relacionada con la labor gubernamental ante tal incremento. Qué soluciones se tienen frente a una situación que no es solo de carácter social, sino que atañe a lo higiénico y lo cívico.
En el reportaje Habitar la calle, publicado por el medio estatal Cubadebate hace cuatro años, encontramos, no solo respuestas a esta interrogante, sino también una detallada descripción del protocolo establecido a partir del 2015 para recogida, admisión, diagnóstico, atención y reinserción social de este tipo de personas. Se analiza la situación desde una perspectiva holística y, sobre todo, se plantean los retos que en aquel ya lejano 2019 representaba su situación en el país. Sin embargo, tras el impacto de la covid-19, la implementación de la Tarea Ordenamiento, con todo lo que ella trajo consigo, además de la emigración de cifras récord de cubanos, ese te