Entre 2021 y 2023 el número de las plantaciones de marihuana destruidas en Cuba por el Ministerio del Interior (Minint) se redujo significativamente. Según estadísticas oficiales, en el primero de esos años 97 sembrados habían sido detectados, y ocupadas 32 868 plantas y 48 251 semillas. En 2023, hasta el cierre de octubre, los operativos contra 77 siembras permitieron decomisar 17 685 plantas y 21 455 semillas.
Durante el espacio televisivo Mesa Redonda del 29 de noviembre de 2023, oficiales del Minint insistieron, además, en que el fenómeno de las plantaciones sigue ocurriendo «fundamentalmente» en las cinco provincias orientales.
Teniendo en cuenta que la marihuana es la droga más abundante en la isla ―en los últimos años representó el 80 % del volumen de estupefacientes intervenido―. A primera vista pareciera que la estrategia gubernamental antidrogas funciona, pero la percepción social se inclina en otra dirección.
A juicio de varias personas, la marihuana y otras drogas están volviéndose más comunes entre los adolescentes y jóvenes. Al punto de convertirse en un problema que incluso la prensa estatal comienza a abordar.
Ni pobres ni marginales
«La patrulla, hace un tiempo, pasaba por la zona y pedía el carné. Si tenías menos de 18 años de edad, te mandaban para la casa o la Estación, y llamaban a tus padres, pero ya no lo hacen». Así contó al Periódico 26 uno de los jóvenes que en las madrugadas se reúne en el parque Vicente García, el espacio más céntrico de Las Tunas, para compartir un cigarro de marihuana.
Un gramo puede comprarse allí hasta por mil pesos, aunque la procedente de los llamados recalos suele tener un precio más alto.
El panorama descrito por los periodistas tuneros incluye los principales elementos de esta historia. Por un lado, el hecho de que las fuerzas del orden público se implican cada vez menos en la prevención; por el otro, una ausencia de autoridad ―estatal o familiar― que expone a numerosos muchachos a prácticas sociales que en otros tiempos eran casi desconocidas en Cuba —o al menos más discretas—, como la drogadicción.
En Las Tunas, los repartos México y Santo Domingo, y las inmediaciones del terreno de béisbol Ángel López (conocido como el estadio chiquito), aparecen rotulados como «vulnerables» en los informes del Ministerio de Educación (Mined), uno de los organismos más implicados en el asunto.
«Son la Enseñanza Técnica y Profesional y la Secundaria Básica las educaciones que muestran más cantidad de casos», explicó el secretario del Consejo de Atención a Menores en la Dirección Provincial de Educación, Manuel Jiménez. El consumo de cigarros y alcohol a esas edades «es el primer paso e incluye, por ejemplo, mezclar medicamentos con alcohol; de ahí empieza a abrirse el mundo a otras drogas más fuertes».
El perfil del consumidor adolescente elaborado por las autoridades educacionales poco tiene que ver con los estereotipos. No describe solo a marginales o pobres. La mayoría «son parte de familias disfuncionales, pero poseen recursos. Muchachos que están al cuidado de sus abuelos, tíos, no conviven con sus padres por distintas razones y tienen poder adquisitivo». Una caracterización que aplica para miles de familias divididas por la avalancha migratoria de los últimos años.
Drogas a precio de saldo
La aparente disminución de los cultivos nacionales ha dejado a los recalos y al tráfico internacional como principales fuentes de reaprovisionamiento del mercado doméstico.
En abril de 2023, el cuerpo de Tropas Guardafronteras desmanteló una banda que introducía marihuan