MADRID, España.- Cada diciembre, numerosos medios de prensa reportan la peregrinación, desde disímiles lugares, hacia la iglesia del poblado habanero de Rincón ─o El Rincón─ en vísperas del 17 de ese mes, y en el transcurso de la propia jornada, de miles de personas que acuden a cumplir o hacer una promesa a San Lázaro ─sincretizado con el orisha yoruba Babalú Ayé─, por la cura de enfermedades o ayuda ante cualquier problema.
Sin embargo, a diario, durante todo el año, el templo, uno de los más concurridos de Cuba, es visitado por muchos creyentes. Del cercano Santiago de las Vegas parten para allí constantemente motos y coches de caballos cargados de pasajeros por una carretera con mucho verdor por ambos lados, pero pletórica de baches que inevitablemente obligan a las personas a realizar la travesía brincando en sus asientos.
Tal molestia no amilana a los devotos; tampoco los 100 pesos que cuestan las velas en el presente ─aun sin llegar la fecha de mayor afluencia─ o los 200, 300 y 400 pesos que valen los ramitos de flores, que sus vendedores aseguran “son más baratos que los de otras ofertas”.
Mas, la iglesia se mantiene enhiesta a unas cuadras de pasar la deteriorada terminal de ferrocarriles, pese a la historia que lleva detrás, pues el llamado entonces Rincón de las Calabazas (por la abundancia de estas) surgió a partir de la construcción de un andén en 1838, ya que se hallaba en el camino del primer tramo de ferrocarril de Cuba, existente desde al año anterior.
Erigida mucho después, en 1917, la iglesia de entonces era muy sencilla; pero posteriormente recibiría varias modificaciones. El padre Apolinar López fue el primer sacerdote que la atendió. Fue levantada a la entrada del hospital ─a medio construir─ para los enfermos de lepra trasladados desde Mariel, donde estuvieron al ser sacados del Real Hospital de San Lázaro, en La Habana ─conocido como Leprosorio─, edificado a finales del siglo XVIII.
Aunque la institución sanitaria de Rincón hoy se llama Hospital Dermatológico Guillermo Fernández Hernández Baquero, se conserva un arco exterior, atractivo elemento arquitectónico, que proclama: Hospital San Lázaro 1714-1936.
En el libro Rincón y la peregrinación de San Lázaro (2011), Eduardo M. Bernal Alonso, describe: “En 1936 se iniciaron las primeras obras de reconstrucción del templo gracias a las limosnas y donaciones provenientes de la generosidad pública,