—¿Y dices tú que van a entregarte un estímulo? ¿No será un «estíburro»?
—Chica, ¿no leíste el papel que venía dentro del sobre que me dio la del sindicato? Dice muy claro que «la actividad se enmarca dentro la política de estímulo que impulsa la Revolución hacia aquellos trabajadores que ocupan un puesto de avanzada en la construcción de la nueva sociedad». ¿Eso no te dice nada?
—Decir, dice poco. En tu trabajo el único puesto de avanzada es el del director. No se baja del carro y siempre tiene el maletero lleno.
—No seas injusta. Desde que entró en la empresa no ha hecho más que luchar por la conciencia económica de los trabajadores.
—No digo yo si hay que tener conciencia económica para aceptar ese salario que te pagan.
—El proceso de formación de la nueva conciencia económica no ha sido espontáneo ni automático, sino fruto del estímulo al desarrollo de las fuerzas productivas, así como del perfeccionamiento de las relaciones socialistas de producción, procesos que han permitido el necesario cambio en las ideas y puntos de vista de los hombres constructores de la nueva sociedad y la conformación con ello del hombre nuevo.
—Dime que esa lata no es tuya.
—No es mía, no.
—Ah, ya, de tu jefe.
—Tampoco. Es de un artículo que él mandó a estudiar en la última reunión y que tiene como título «Análisis prospectivo desde la economía sobre la actualización del modelo económico cubano» o algo parecido.
—Algo parecido a lo del INDER es lo que debía hacer tu ministerio: regalar carros, no importa de qué modelo. A ver si con eso y con menos diplomas te pagan los años que llevas intentando ser el hombre nuevo.
—Lo importante es que en función de la nueva conciencia y el nuevo modelo económico-social se asuman instrumentos educativos, axiológicos y éticos.
—¡Oye, que el jefe te dijo que lo