Sería a finales de la década de los 80 del siglo pasado, cuando en el receso de una reunión nacional del sector ferroviario que tuvo su sede en el municipio de Placetas, comenté que gracias al Ministerio del Transporte había logrado leer muchos libros.
Uno de los funcionarios presentes sintió curiosidad y dijo: ¿Será el Ministerio de Cultura? ¿No? Y sin pensarlo dos veces le di la razón, por tanto, quedó como que había confundido el ministerio.
“Oye, yo estoy seguro-segurito que tú no te equivocaste y que te dio pena o no sé qué y no quisiste decirle nada al compañero”, así afirmó el fotorreportero que me acompañaba en la cobertura, Manuel de Feria, quien reclamó mi confesión.
Le explique cómo convertía en salas de lecturas las terminales de ómnibus o de trenes en las cuales pasaba largas horas esperando reservar o abordar un vehículo.
Le mostré una revista donde leería un artículo sobre la novela de ciencia ficción de Wells, La máquina del tiempo, cuyo título motivó a De Feria recomendar: En vez de una máquina para transportarte en el tiempo, consíguete una para trasladarte de un lugar a otro.
Concluida la reunión, emprendí viaje hacia mi casa, un trayecto en el cual tuve tiempo sobrado para leer el comentario sobre la novela y casi anochecía cuando llegué a la terminal de ómnibus de Sancti Spíritus, donde emprendí otra lectura de la ciencia ficción: La vuelta al mundo en 80 días.
Durante la tediosa y prolongada espera en la que mi turno llegó en el tercer ómnibus que arribó, adelanté decenas de páginas escritas por Julio Verne, gracias a las cuales no sentí la angustia de que luego de esa guagua, tendría que esperar al siguiente día por la mañana si no lograba irme.
Pensé: “Julio Verne debió de haber usado la máquina del tiempo, y visto cómo es el transporte en Cuba, por eso no pasó a sus personajes por aquí, pues si lo hace, se empantanan los 80 días en esta misma terminal.”
Con aquellos recuerdos aprecio que los libros han sido sustituidos por los celulares como recurso para hacer más llevadera las gestiones de transportación, y que cada vez hay más usuarios de la apk Viajando para evitar las molestias de la presencialidad en las oficinas de reservaciones y terminales de ómnibus y trenes.
La aplicación es una herramienta de la modernidad que se impone, pero abundan los que no proceden convenientemente, y sobran los que dan sus explicaciones sobre las causas de las dificultades que se presentan, y así sucede hasta con los nativos digitales.
Para resolver esos problemas, en Facebook hay un usuario llamado Sitrans que pacientemente explica, pone ejemplos, aclara, responde y aún así se nota la existencia de insatisfechos a quienes solo puede dárseles una sola explicación:
La aplicación facilita los trámites para reservar, pero no obra la magia de cambiar la situación de los escasos medios de transporte ni puede vender una reservación de un asiento que no existe.